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CRÍTICA CINE

«Balada triste de trompeta»

 

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Mikel INSAUSTI

Por fin Álex de la Iglesia ha encontrado un sinsentido a sus delirios cinematográficos, mediante el cual aglutinarlos y darles forma, como lo hizo en su momento el surrealista Buñuel de «La edad de oro». Y todo se resume en la figura del payaso triste, porque una fea mueca de risa congelada por el horror basta para captar la instantánea subjetiva del tardofranquismo, con su ceremonia de la confusión en la que se simultaneaban en el día a día el espectáculo inofensivo de los payasos de la tele con la violencia de la represión política. «Balada triste de trompeta» es la obra suma de un cineasta obsesionado con los monstruos de su infancia, liberados en toda la absurda brutalidad de origen, sin concesiones a la galería ni miramientos de ninguna clase. La película no da un segundo de tregua al espectador, siendo tan intensamente demoledora como el mejor Tarantino, hasta culminar a sangre y fuego en una circense apoteosis final en la Cruz de los Caídos. Ver para creer: después de todo ha resultado que la conexión entre las películas de Marisol y el Hitchcock que escenificó en el Monte Rushmore la secuencia cumbre de «Con la muerte en los talones» era posible.
Es una manera de simplificar la compleja iconografía que exhibe el pletórico Álex de la Iglesia en el mejor de sus nueve largometrajes, porque en él caben lo mismo Ibáñez Serrador, Antonio Mercero o Berlanga que Fellini, Argento y Tod Browning. Más aún en una historia cargada de simbología, donde cada diálogo, cada chiste, cada combinación de vestuario y maquillaje, cada golpe de efecto están integrados en una constante huida hacia delante en la que la vida del artista corre peligro. Hasta la coralidad funciona como nunca antes lo había hecho en sus anteriores tragicomedias, y eso que los créditos de intérpretes con frase son interminables. Se salen los que además disfrutan de la acción salvaje, con Santiago Segura y Paco Sagarzazu protagonizando momentos antológicos a la altura del desfigurado Antonio de la Torre.

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