COPA Octavos de final
Otro mundo es posible
El Athletic recupera su versión más seria para aguantar la ofensiva de un Barcelona más apagado de lo habitual. Los rojiblancos apenas inquietaron a su rival, pero salvaron un empate que les permite mantener la ilusión para el partido de vuelta en San Mamés.
Amaia U. LASAGABASTER
Lamentaba Eduardo Galeano que la división internacional del trabajo consista en que unos países se especialicen en ganar y otros en perder. Igual que los aficionados lamentan que un par de equipos barran con todo lo que se les pone por delante y el resto tenga que conformarse con repartirse las migajas. Pero de la misma manera que el escritor sudamericano quiere creer que otro mundo es posible, también los amantes del balompié sueñan con partidos en los que nada esté escrito antes de empezar.
Seguro que ayer fueron felices. Vale, igual es demasiado decir porque el espectáculo que ofrecieron Barcelona y Athletic no fue especialmente gratificante para el espectador neutral. Pero al menos se pudo comprobar que, aunque sea muy de vez en cuando, los guiones revientan. Tanto como para que un equipo que afrontaba el duelo con bajas de consideración y el sambenito, merecido, de su flojera defensiva acabase con la puerta a cero y, por lo tanto, con la racha victoriosa de un adversario cuyos números sobrepasan el campo de las matemáticas para adentrarse en el del arte abstracto.
Claro que tampoco hay que engañarse. Por muy esperanzador que pueda resultar para la familia rojiblanca lo que sucedió en el Camp Nou, el Barcelona sigue siendo favorito para llevarse la eliminatoria, el trofeo, la Liga, el Interpueblos y el de la Galleta. Pero entre que ayer demostró que la apisonadora se toma un respiro de vez en cuando, que el Athletic recuperó su versión más seria, que los rojiblancos se motivan especialmente en esta competición y que el partido de vuelta se jugará en la caldera de San Mamés, seguro que las casas de apuestas no ofrecen ganancias tan jugosas como anoche a quienes coloquen al Athletic en cuartos de final. Y que las previas que se lean en vísperas de ese encuentro tienen poquito que ver con las que acompañaron al equipo en su viaje a la capital catalana, en las que quien más y quien menos, cruzaba los dedos para que al Athletic no le cayese un saco de goles.
Tocará apelar a la épica, a la ilusión y a que, efectivamente, otro mundo es posible. Y al propio cuadro rojiblanco le tocará cuajar un encuentro tan serio como el de anoche, confiar en que el Barcelona vuelva a a jugar con una velocidad menos de la habitual y, forzosamente, mostrarse más incisivo de cara a la portería rival.
Habrá que cruzar los dedos para que Fernando Llorente esté de vuelta para entonces. Ayer le tocó ocupar su puesto a Igor Martínez, la gran sorpresa en el once titular rojiblanco, junto a la presencia de Ander Iturraspe. No estuvo fino el primero y sí el segundo, que actuó por delante del pivote y que generó, de hecho, casi todo el peligro, escaso, que fue capaz de crear el equipo en las inmediaciones del área culé. En buena porque el resto del equipo se centró, casi exclusivamente, en frenar al rival. Lo consiguió, en un alarde de concentración y solidaridad. Y aún así tuvo un par de gramos de ánimo extra para buscar a Pinto, más allá de los buenos balones de Iturraspe, con alguna recuperación de Carlos Gurpegi, un par de intentos de Igor Gabilondo y Javi Martínez, o alguna llegada de Andoni Iraola. Otro que merece un capítulo aparte, teniendo en cuenta que llegó a Barcelona tocado –llegó a realizar una prueba poco antes de que arrancase el partido, con el recambio de Óscar de Marcos preparado– y que acabó siendo uno de los mejores.
Entre todos consiguieron secar a un Barcelona que dejó a alguna de sus estrellas en el banquillo –aunque prácticamente todos los jugadores que saltaron al campo sean internacionales con sus selecciones–, pero que acabó el choque con toda la artillería sobre el césped. Tampoco le sirvió.
No es sólo que Gorka Iraizoz acabara con su portería inmaculada. Es que incluso el número de ocasiones claras estuvo muy por debajo de lo que acostumbra el equipo de Pep Guardiola. La primera parte, de hecho, se saldó con dos disparos a puerta, a cargo de Bojan e Iniesta, ambos desde fuera del área y con buena respuesta por parte del meta rojiblanco. Pinto tuvo todavía menos trabajo, aunque Iturraspe y Gurpegi pudieron, al menos, provocarle un pequeño susto.
También lo hicieron Gabilondo y Javi Martínez nada más arrancar la segunda parte, aunque ese arranque tan brioso no fue más que un espejismo. Guardiola no tardó en mover banquillo, Messi y Villa saltaron al campo y el Barcelona se pareció más al que acostumbra. Aunque sólo sea por presencia e insistencia. También por ocasiones, como las que dejaron solos a Xavi y Piqué, que terminaron con el esférico fuera, o la que dispuso Villa, que acabó con el balón dentro, pero con el gol anulado por fuera de juego del ariete asturiano.
El Athletic apretó los dientes y obtuvo recompensa porque será San Mamés quien decida.