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CRÓNICA I FERIA DE SANTO TOMAS

Diferentes modos de saborear una feria centenaria en Donostia y Bilbo

Santo Tomas es una fecha que para muchos significa que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Ayer volvió a llenar Donostia, Bilbo, Arrasate o Azpeitia. Una misma fiesta, pero muchos modos de vivirla y miles de protagonistas.

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Nerea GOTI / Nagore BELASTEGI

Los productores se quejan de que las ventas no son las que eran, pero no faltan cada año a la cita con Santo Tomás. La repetidamente premiada Adela Andikoetxea aseguraba ayer a GARA que la de Bilbo sigue siendo una buena plaza, en la que algunos baserritarras tienen ya clientes habituales. Y ayer, aunque «costó arrancar», según decían en muchos puestos, a mediodía el balance iba cobrando enteros. No importó que la fiesta coincidiera en martes y los paraguas resulten un incordio en las grandes aglomeraciones.

Filemona

Protagonista donostiarra

Aunque suene a tópico, Santo Tomas es una fiesta para todos los públicos. Los adultos recorren los puestos en busca de productos de primera calidad, los jóvenes aprovechan el principio de las vacaciones de Navidad para estar con los amigos y los niños presumen de trajes en las fotos que no dejan de sacarles los aitas y amas con la gran protagonista de la fiesta: la cerda. En esta ocasión la de Donostia pesaba 330 kilos, procedía de nuevo de Leitza y se llamaba Filemona, aunque muchos se empeñaran en cambiarle el nombre por el de Ramona.

Los niños miraban al enorme animal con ojos como platos. Y aunque con verla de cerca ya tenían suficiente, al igual que los mayores, los más pequeños también tenían un puesto donde pasar el rato. Al inicio de la calle Txurruka, junto a la plaza Gipuzkoa, se instaló una carpa con talleres para niños donde podían hacer adornos navideños. Los niños se afanaban en pintar colgadores para el árbol y marionetas-postales. Porque, según sentenció Aimar, de cinco años, «si ponemos la casa bonita el Olentzero nos traerá más regalos».

Los gallos

Y los jóvenes productores

De los 296 puestos repartidos por el Arenal y la Plaza Nueva de Bilbo, sólo dos estaban reservados a animales vivos. En este último espacio, el puesto de Juan Antonio Zabala, de Getxo, es el que acaparó la atención de público de todas las edades. Muy pocos se resistieron a hacer una foto, aunque fuera con el móvil, a la veintena de gallos que te- nían a la venta en el lugar más visible del mostrador.

Los gallos se vendían a 45 euros la unidad, con rebaja en caso de comprar dos, y a 60 las ocas, todos en vivo, porque no está permitido sacrificar animales en público. A tenor del gesto de Aurelio, las ventas ahora no son las que eran. «¡Qué más quisiera la gente que comer bien!, pero no hay dinero. Estos animales están criados libres en una campa. Si vas a valorar el trabajo que dan no merece pero es una tradición y una ilusión».

Junto a los gallos, unos jóvenes preparaban ramos de muérdago y otras plantas a gusto del cliente por dos euros. Ellos, según explicó Ander, forman parte de un grupo de jóvenes emprendedores de Getxo que ha empezado a trabajar en la jardinería, plantas ornamentales y adornos de terrazas de empresa dentro de un proyecto que aún no han oficializado pero ya tiene nombre, Loraberri.

Siete de los puestos que ayer se abrieron al público estaban reservados a jóvenes productores, apartado en el que fue premiado Angel Manuel Fernández Ortiz, de la Quesería Amalur de Karrantza.

La txistorra

Premio a la mejor

Hacia el medio día, repartieron los premios de este año a los diferentes concursos que tuvieron lugar a lo largo de la mañana en Donostia, en el kiosko del Boulevard. El premio al puesto más elegante quedó vacante por tercer año consecutivo porque el jurado decidió que ninguno se lo merecía del todo. En cambio, sí repartieron los premios a la mejor fruta, que cayó en manos de Madi Iradi, y el de mejores hortalizas, que fue a parar a Anttoni Murgiondo, que también se llevó el premio especial de la feria en memoria de José Salabarri, por el trabajo realizado este año.

Además, también repartieron los premios del IV concurso de espantapájaros, cuyo primer premio se llevó Ibaetako Lagunen Auzo Elkartea. Había realizado un muñeco con colores llamativos imitando a una Lady Gaga con mascota incluida.

Más tarde, en una carpa situada en la plaza Gipuzkoa se repartieron los premios del concurso de txistorra. El jurado estaba compuesto por grandes profesionales de la cocina como los cocineros Juan Mari Arzak y Pedro Subijana, el presidente de la Cofradía Vasca de Gastronomía, Luis Mokoroa, o el ganador del año pasado, Joxe Benito. La txapela y los 500 euros del premio cayeron en manos de Juan Carlos Perez, de Embutidos Etxekoak de Oiartzun.

Arzak confesó no haberse cansado de comer txistorra, pues los 30 participantes -quince guipuzcoanos y otros tantos navarros- se dividen en tres grupos y admitió que hubo un nivel muy alto.

El talo

El muérdago y los caracoles

El talo, preferentemente con txoorizo, pero también con morcilla, bacon y hasta chocolate, volvió a ser el gran protagonista de la feria en Bilbo. La crisis y las quejas por el alto precio -5,50 euros pedían ayer en Bilbo- no restaron consumidores a las 21 txosnas distribuidas por el recinto festivo, en las que las amasadoras trabajaron a destajo desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde.

En la de Edurne Ganboa calculaban que ayer saldrían unos 2.000 talos. Veinte personas estaban encargadas de preparar las masas y ponerlas al fuego.

Al talo, no obstante, le han salido duros competidores, como los pinchos y bocadillos. Sobre todo de queso, aunque ayer hasta salmón ahumado, foie y txakoli se podían degustar en forma de pincho, por un módico precio.

Los otros dos grandes protagonistas de la feria fueron el muérdago y los caracoles; el primero porque por costumbre es una de las compras obligadas en estas fechas. «Aquí siempre ha sido tradición. En casa se estilaba colgar de la pared un ramito de muérdago, acebo y laurel, porque dicen que da buena suerte, y si los atas con una cinta roja, mejor. Además, aguanta perfectamente de un año para otro», explicaron Elisa y Lourdes. Ellas, que habían preguntado en varios puestos, señalaron que las ramas de muérdago se vendían a 3 euros y a 15 euros el tronco, «que siempre es más bonito», según apostillaron.

Los otros protagonistas del Santo Tomás bilbaino, poco habituales en las ferias pero imprescindibles en estas fechas, son los caracoles. Se vendieron a diferentes precios, a partir de 14 euros el kilogramo. «La gente no los come por no limpiarlos, pero es un plato muy tradicional de navidades», resaltaba María Angeles Lekerika.

De viaje

A cuenta de la feria

Esta feria tan popular no es sólo una fecha para que los baserritarras vendan sus productos, porque también hay otros colectivos que aprovechan la ocasión para sacarse un poco de dinero.

Por ejemplo, los estudiantes venden pinchos para poder costearse el viaje de fin de curso. Es el caso de Olaia, Maitane, Maria y Leire, estudiantes de tercero de Empresariales en el Campus de Donostia, que con ayuda del dinero que consiguieron ayer se irán, a poder ser, a México. «Según cuanto dinero consigamos decidiremos adónde ir, pero nos gustaría que fuera a la Riviera Maya», dijo una de ellas. «La verdad es que el tiempo nos han decepcionado un poco», replicaba otra compañera mientras entonaba el cuerpo con un pincho de txistorra y un trago de sidra.

Horas más tarde el turno de ventas del puesto había cambiado y la lluvia había amainado, por lo que los estudiantes de empresariales pudieron verificar que sus propias «estrategias de venta» habían funcionado. Raul, otro futuro empresario, celebró que estaban haciendo buena caja pero que les iba a sobrar mucha txistorra.

La romería

Recupera espacio

El tiempo no acompañaba y es difícil hacerse espacio entre el gentío de Santo Tomás. Sin embargo, el sabor a romería tradicional gana adeptos y sabe hacerse sitio. En la Plaza Nueva de Bilbo, con atuendo tradicional y sin él, hubo quien se atrevió a salir al corro a bailar lo que cuadre, a lo agarrado y a lo suelto, para disfrute propio y de un público que respondió con aplausos al ambiente festivo que se creó alrededor de los dantzaris.

Allí donde txistularis, trikitilaris o gaiteros ponían la nota, por efecto del frío, la humedad, el talo con chorizo o el txakoli, no faltaron dantzaris espontáneos. Hasta a Txerritxo Berdea, la hucha de la red Independentistak, que ayer se estrenó en público, le bailaron un aurresku a puertas del Teatro Arriaga.

Vegetarianos

También en la feria

Alrededor de las 11.30 un grupo de jóvenes vestidos con el traje tradicional vasco y con la cara ensangrentada rodeó el recinto donde se exhibía Filemona, en la Plaza de la Constitución de Donostia, y reivindicó el derecho de los animales de vivir y ser libres. Para reclamar la atención de la gente hicieron sonar por los altavoces los berridos de un cerdo, que consiguieron su cometido. La gente empezó a alborotarse comentando que nunca habían oído al cerdo gritar tanto. Un niño asustado pregunto a su ama «¿Van a matar a "Fimolana"?», a lo que la ama le respondió dudosa,: «Han dicho en la tele que no».

En la misma plaza la Asociación ProDerechos de los Animales (AEAE) vendía su alternativa ecológica a la txistorra. Entre hamburguesas y salchichas de tofu que ofrecía a la gente, Leire Elosegi explicaba que el dinero recaudado lo destinan a ayudar a los animales, porque «hay mucha gente que dedica su vida a esta causa, cuando ese trabajo lo deberían hacer las administraciones».

Este es el quinto año que ponen un puesto en Donostia en estas fechas y tienen bastante éxito. Según Elosegi, la OMS recomienda una dieta vegetariana porque además aporta ética a la ecología. «Comiendo lo que comen los animales, en lugar de a ellos, se alimenta a 11.000 millones de personas», citaba.

Inmigrantes

Denuncia por «racismo»

La plataforma por los derechos de las personas inmigrantes Mbolo Moy Doole y Sos Racismo denunciaron por su parte la «actuación racista» de la Policía Municipal de Bilbo, después de que uno de los miembros de la citada plataforma, un hombre de origen senegalés, fuera identificado por miembros de la Guardia Urbana. Según explicaron ambos colectivos, los hechos se produjeron a las 12.30, cuando varias personas colocaban carteles con cinta adhesiva en la calle Correo, en demanda de apoyo ciudadano para denunciar «actuaciones inadecuadas». «Siete policías de paisano han arrancado un cartel y han vigilado a las personas que los han colocado», subrayaron.

La Guardia Urbana, por su parte, argumentó que en algunos de los carteles interceptados aparecían policías municipales, por lo que los tildaban de amenazantes.

El color verde

Y los presos

En el día de ayer, como está dicho, no faltaron revindicaciones en Donostia, en Bilbo y en los otros Santo Tomases. Destacó n grupo de personas que se paseaba entre la multitud vestidos con trajes de plástico en contra de la implantación de más peajes en las carreteras vascas, y sobre todo el color verde de los independentistas se hizo notar. Se reunieron hacia las 12.00 en el Boulevard donostiarra con banderas y pañuelos que se veían desde lejos y arrastrando a una hucha de cerdo gigante del mismo color. La gente que llenaba al simpático personaje con unas cuantas monedas se llevaba una pegatina de una cara del Txerritxo Berdea.

Los presos también recibieron muestras de apoyo. En Bilbo, tanto por la mañana como por la tarde, cuando se reunieron 110 personas en el Arriaga.

 

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