NEPAL | Seismil
«Night Terror» en el Lobuje Este, por Joel Kauffman y Jarad Vilhauer
La cordada estadounidense se hace con una línea dura y muy comprometida de la cara suroeste del seismil nepalí, con dificultades técnicas entre WI5+ y M7. Necesitaron 37 horas para esta apertura, seguramente la primera de esa vertiente del Lobuje Este.
Andoni ARABAOLAZA
«Noche de Terror» o «Terror de Noche», eso es lo que sufrió la cordada formada por los estadounidenses Joel Kauffman y Jarad Vilhaeur para abrir la primera línea de la cara suroeste del Lobuje Este (6.119 m, Nepal).
El Lobuje o Lobuche está situado en el muy recorrido valle de Khumbu Himal y está considerado por su vía normal como un «pico» de trekking. Pero a su vez cuenta con otras vertientes casi inescaladas, y es que cuenta con muy pocas cimas a la principal. Su cara suroeste, por ejemplo, no ha sido escalada hasta la aparición de los estadounidenses.
Justamente Kauffman y Vilhauer han apostado por algo nuevo en esas interesantes y estéticas líneas de hielo y mixto que recorren algunas caras como la suroeste del Lobuje Este.
Y en esa vertiente técnica, difícil y comprometida, los estadounidenses se han hecho con «Night Terror»: VI, WI5+, AI4, M7, 85º. Compromiso y dificultad a gran altura en una estética y fina línea de hielo (ver imagen).
Y para ser la primera visita de esta cordada no está nada mal (todo lo contrario) el resultado obtenido: «Queríamos un viaje asequible y de fácil acceso. Ha sido nuestro primer viaje a Nepal, y nuestro objetivo fue realizar una dura escalada y con la esperanza de abrir una ruta. Eso sí, todo ello en estilo alpino».
Pudieron elegir cualquier vertiente dura de los siempre llamativos siesmiles, como el Ama Dablam, Tawoche, Cholatse o Kangtega, pero finalamente se decantaron por el Lobuje Este. Y enseguida se sorprendieron con la línea que tenían ante sus ojos: «Cuando la vimos, tanto Jarad como yo dijimos que se trataba de una de las más bonitas que jamás habíamos visto. Estaba allí, delante de nuestros ojos, y tenía toda la pinta de que no había sido escalada. Ambos estamos muy motivados por este tipo de líneas y objetivos. Enseguida nos dimos cuenta de que iba a ser muy complicado. Era muy evidente y estética, pero tenía el problema del sol que le daba muy fuerte a este diedro de la cara suroeste. Y además era muy vertical. No sabíamos si sería factible y si saldríamos vivos de allí. Finalmente decidimos intentarlo. Fue un amor a primera vista. También vimos otras duras e interesantes líneas, pero eso lo dejamos para otra ocasión».
Para calentar motores, la cordada aclimató por la transitada ruta normal. Unos días de descanso, y ya estaban preparados para el reto que tenían por delante. Sobre todo, esa espectacular línea de hielo que recorre el centro de un inmenso diedro de granito. Una línea de hielo que recorre la debilidad de la cara suroeste de la montaña.
El acceso ya se convirtió complicado a causa de la recesión del glaciar, y es que Vilhauer tuvo que meterse entre pecho y espalda una sección de M7.
Tras superar esta primera dificultad técnica, superaron unos 300 metros en nieve y hielo con pendientes entre 50º y 60º. Por fin ya estaban ante la sección más dura de toda la ruta que abrieron.
Mucho compromiso
El gran diedro de granito se presentaba acomplicado no sólo por sus dificultades técnicas, sino también porque sabían que tenían que escalar golpeados por el sol: «Es una diedro que se encuentra a gran altura y muy duro. Esto último hizo ralentizar nuestra ritmo. Además, Jarad sufrió calambres en los bíceps. Era un trabajo muy delicado, una dura lucha con el sol. El hielo se derritía rápidamente. Constantemente caían piedras y trozos de hielo de la parte superior del diedro: ¡espero algún día que a los fabricantes de prendas de montaña se les ocurra poner hombros acolchados! Pensábamos estar fuera del diedro al mediodía y no fue posible. Los últimos tres largos los hicimos con temperaturas alarmantes. La verdad es que este diedro de la cara suroeste es muy peligroso».
Ya metidos en el diedro, la cordada estadounidese escaló largos de WI5+, y luego siguió superando secciones en mixto de hasta M5. Todo ello protegido con tornillos cortos. Después tuvieron que desviarse a la derecha de la línea, justo hasta debajo de la cara noroeste, ya que por encima tenían un «callejón sin salida».
La escalada ya había minado parte de las fuerzas y de la energía de los alpinistas. Tal y como aseguran, se quedaban practicamente dormidos a la hora de asegurar. Y además algunos largos se las traían; por ejemplo, Vilhauer necesitó dos horas de escalada para superar una tirada de hielo alpino de 65 metros.
Tras realizar la travesía antes señalada, Kauffman se tuvo que emplear a fondo para seguir un túnel horizontal de 20 metros bajo una cornisa para alcanzar la cresta final; eso sí, cubierta por una espesa capa de nieve polvo inconsistente. Dos horas y media después, tras 27 horas de escala non-stop, los protagonistas de esta actividad alcanzan el primer espacio llano de toda la ruta.
Descansan un poco, y de nuevo se ponen en marcha para recorrer el último tramo que no es otro que la cresta cimera. Para las cuatro y media de la tarde, Kauffman y Vihauer se encontraban en la cima de este pico nepalí de 6.119 metros tras abrir vía en su cara suroeste. El descenso no tuvo ningún tipo de complicaciones, ya que lo llevaron a cabo por la ruta normal.
A la pregunta de que porqué no había sido escalada anteriormente esta línea, el evidente diedro de la cara suroeste, los estadounidenses afirman que seguramente haya sido porque no se forma.
Un ida y vuelta de 37 horas para esta cordada no mediática. Recordar solamente que Vilhauer formó parte de la expedición de Kyle Dempster y Bruce Normand en el Xuelian Oeste que recibió el año pasado uno de los Piolet d´Or. Vilhauer no pudo participar en el ataque final a causa de unas congelaciones.
Kauffman y Vilhauer también se han referido al nombre que le han puesto a la vía, «Night Terror»: «Noche de Terror o Terror de Noche. Tiene dos significados. El primero por el duro momento que vivimos en la parte clave de la vía y en la expuesta nieve de la cresta. Y segundo por la muerte de Joe Puryear: un gran amigo».
Joel Kauffman y Jarad Vilhauer se hicieron el pasado 30 de octubre con la primera ascensión de la cara suroeste del Lobuje Este.
Los alpinistas escalaron una línea de hielo y mixto que recorre el gran diedro con grandes peligros objetivos provocados por el sol.
Ésas fueron las horas que necesitó la cordada para la apertura de la vía y el posterior descenso que realizó por la vía normal del pico nepalí.