BOBADAS ALPINAS | Kike de Pablo
Olentzero
En una crónica de Jean Pierre Banville en Kairn, Papa Nöel se queja de la caña que le andan metiendo los peticionarios, que no da abasto a apañar regalos y que los temporeros que contrata, almas perdidas, aunque bien conocidas, del mundo de la montaña, no son muy de fiar. Al final acaba repartiendo arneses con tres perneras, tornillos de hielo sin rosca, cuerdas de 9,4 mm que resultaban ser de 4,9 mm y mochilas sin tirantes, dándose el caso de personajes del mundo de la vertical que han recibido cartas soeces con dibujos más bien gráficos. Y el compromiso que supone decir que NO al que pide cinco minutos de gloria por haber realizado el ascenso número 83 de un 7b, al que pide una ola de frío sin nieve en su zona de cascadas de hielo y poco frío y mucha nieve en polvo en su zona preferida de ski del valle contiguo; por no hablar del que pide hacer escaladas extremas lejos de los ojos de las multitudes pero cerca de la página publicitaria. Y qué vamos a decir del que solicita una cumbre de ocho mil, pero a ser posible sin tener que llegar a lo alto, o del que desea que sus vías preferidas fueran más fáciles pero, eso sí, conservando el mismo grado... El Olentzero y Papa Nöel se quejan, se quejan mucho, y es que resulta normal que a Martina Navratilova la hayan tenido que evacuar del Kilimanjaro con edema pulmonar por no haber aclimatado bien, pero que esto no lo puede pedir gente de montaña, cada vez más desconsiderada. Olentzero pide jubilación pero se la retrasan cada vez más.