Raimundo Fitero
¡Viva Brasil!
Una de las grandes esperanzas de este nuevo año es Dilma Rousseff, la nueva presidenta de Brasil. La continuadora de la obra de Lula, asume su gran reto, como mujer y aceptando absolutamente toda su propia historia, su biografía política, entera, desde los inicios hasta hoy, un recorrido, con todos los problemas lógicos, pero que es el resultado de su opción. Esta forma clara de reivindicar el total de su vida social y política es cosa que se debe resaltar por ser extraño y porque nos señala el camino correcto, el de no buscar arrepentimientos coyunturales, sentimentales, como si hoy pudiéramos interpretar el pasado de manera diferente a lo que fue. Muchas de estas renuncias a lo realizado huelen demasiado a oportunismo estéril. Dilma luchó, con las armas en la mano, contra la dictadura militar. Esa fue su actitud en esos momentos de la historia de Brasil y de su compromiso revolucionario y patriótico. Y hoy, que ha llegado al poder, por las urnas, que podrá poner firmes a algunos herederos de aquellos años de plomo militar y ausencia de libertades, no renuncia a su vida, sino que la muestra como parte de su formación individual y como ejemplo colectivo.
Y allí en Brasilia, junto a mandatarios mundiales e invitados inverosímiles, como un príncipe de guardarropía antidemocrática que está casado con una periodista, convoca a algunos de sus antiguos compañeros de lucha, y los coloca como testigos de ese momento histórico tan representativo, por su propio pasado y por su condición de mujer que llega a la presidencia. Lo hace para que todos aquellos jóvenes que lo dieron todo por luchar contra la injusticia y por las libertades de todos sus congéneres, se sientan orgullosos, para que se reconozcan en Dilma, y para que comprueben cómo sus sacrificios, sus actividades de antaño, son hogaño currículum positivo.
Dilma, con el ideario y el pragmatismo de Lula de refuerzo, va a seguir demostrando que ese continente llamado Brasil es mucho más que magníficas playas, espléndidas mulatas y jugadores de fútbol de ensueño. Es un gran país donde mirarse y aprender, porque nos señala otras alternativas para la gobernación y el desarrollo económico.