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Martin Garitano Periodista

Venimos y vamos

El efecto narcotizante de los cotillones, las campanadas, la horterada de la uvas y la ropa interior de color rojo -sugestiva, sin duda, pero igual de ridícula- provoca en muchos una cierta amnesia sobre lo que dejamos atrás y deja paso a un panorama de esperanza para el año entrante.

No se trata de ser el primer aguafiestas del año, pero me permito la licencia de recordar a los más optimistas que venimos del desastre y que pintan bastos para el futuro inmediato.

En 2010 nos han sumergido en una crísis que llaman financiera, cuya razón de ser no terminamos de entender y que algunos pretenden explicar convenciéndonos de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Como si, además, la culpa fuera nuestra.

Así hemos pasado de la opulencia de los ricos financieros y el relativo bienestar del resto a la opulencia de los ricos financieros y el empobrecimiento de la inmensa mayoría.

En el terreno de la política tampoco estamos para echar las campanas al vuelo. Los vascos del sur vivimos sometidos al dictado de Rubalcaba -dicen que Zapatero no existe, que es un ectoplasma- Sanz y López. Los tres espadachines de la negación de Euskal Herria y los campeones de la imposición.

Ha habido pasos interesantes, sin duda, en este campo. La iniciativa de la izquierda abertzale ha generado ilusión y anuncia la apertura de un nuevo tiempo, pero a nadie se le debieran ocultar las dificultades, los riesgos y, sobre todo, el sufrimiento que queda por vivir. No va a ser un camino de rosas, pero también sabemos que no se puede hacer una tortilla sin romper huevos.

El sabor agridulce que nos deja el año viejo -horroroso en lo económico y esperanzador en lo político- debiera llevarnos a la convicción de que sólo con la iniciativa popular pueden encararse los graves problemas que afrontamos.

Sólo con la movilización de los trabajadores se podrá arrebatar a la oligarquía los resortes financieros que les enriquecen y nos empobrecen. Sólo con la movilización de la ciudadanía tendrán que verse obligados a poner punto final a la conculcación sistemática de los derechos de las presas y presos políticos vascos. Y con la tortura.

Y sólo con la confianza en las propias fuerzas, quienes reclaman la soberanía de Euskal Herria podrán concluir con éxito la carrera de obstáculos que prepara el unionismo. Con confianza, astucia y valentía.

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