Las autoridades llamaron unánimemente a la unidad tras el atentado de Alejandría, destacando que su objetivo era Egipto en su conjunto, pera esta posición ha exasperado a numerosos cristianos, que consideran que no se tiene en cuenta la violencia ni las discriminaciones que padecen.

Desde el presidente Hosni Mubarak al gran imam de Al-Azhar, Ahmed al-Tayeb, pasando por el patriarca copto y varios ministros, los responsables políticos y religiosos coincidieron al acusar a elementos extranjeros del ataque que provocó 21 muertos en Nochevieja frente a una iglesia de la ciudad mediterránea.

Algunos han afirmado incluso que los coptos, la más importante comunidad cristiana de Oriente Medio (del 6% al 10% de los 80 millones de egipcios), no eran el objetivo principal del atentado.

Así, para el fiscal general, Abdel Meguid Mahmud, el atentado «no estaba dirigido contra los hermanos cristianos sino que pretendía desestabilizar Egipto», mientras que para el gobernador de Alejandría, Adel Labib, «tenía como objetivo al conjunto de los egipcios y no a los hermanos coptos».

El ataque «se produjo la noche de Año Nuevo, que celebran musulmanes y coptos», explicó Labib, citada por la agencia oficial MENA.

Las autoridades egipcias se resisten tradicionalmente a hablar de tensiones confesionales.

En enero pasado, cuando seis coptos murieron a tiros a la salida de la misa de Navidad en Nagaa Hamadi (Alto Egipto), presentaron el hecho como «estrictamente criminal», sin connotaciones religiosas.

Esta posición cada vez exaspera más a los coptos, que desean que el problema se atienda de manera directa.

«Nos hablan de un plan terrorista elaborado en el extranjero. Pero, ¿quién lo ha llevado a cabo? Una persona o un grupo egipcio. El problema está en el pensamiento egipcio, que tiene integrado el sentimiento anticopto», insiste Fifi Abdel Malak, de 37 años, una madre de familia de Alejandría.

«Se dice que Egipto está en el punto de mira, pero las amenazas de Al-Caeda solo afectan a los coptos», destaca Fayez Kamal, un contable de 34 años, en alusión a las amenazas proferidas por un grupo iraquí perteneciente a este movimiento hace dos meses.

«La gente está alterada. La cólera comienza a hacerse sitio entre los coptos y existe el riesgo de que se transforme en violencia como en Omraniya», afirma, por su parte, el padre Abdel Massih Bassit, encargado de una iglesia de El Cairo.

En noviembre, se registraron violentos enfrentamientos entre coptos y policías después de que las autoridades locales hubieran rechazado la transformación de un centro comunitario en lugar de culto en este barrio del suroeste de El Cairo. Dos cristianos murieron y decenas resultaron heridos.

También fuera de la comunidad copta, se ha planteado la necesidad de realizar una seria introspección sobre la situación de esta comunidad.

El diario independiente «Al Masri al-Yum» instó ayer al Estado egipcio a dejar de considerar el asunto «únicamente como un problema de seguridad, sin prestar atención a sus aspectos políticos, sociales y culturales».

«Algunos mencionan la probabilidad de que haya manos extranjeras detrás del crimen. Nosotros pensamos que si el tejido nacional es lo suficientemente sólido, ningún agente extranjero podrá perforarlo ni darle fuego», afirma el diario.

Publicada por la web egipcia «Al-Ahram online», una columna titulada «J'accuse», como el célebre artículo de Emile Zola sobre el caso Dreyfus, criticaba ayer ferozmente «la hipocresía general».

«Y una vez más, declaramos la unidad eterna de los `elementos gemelos de la nación', los cristianos y los musulmanes», afirma su autor, Hani Shukrallah.

«Mucho de esto no será más que pura hipocresía», denuncia, al considerar que «solo una mirada verdadera y franca al problema y una determinación suficiente para afrontarlo nos permitirá superarlo».

Movilizaciones

En este contexto, se sucedieron las movilizaciones de coptos para denunciar la actitud de las autoridades. Decenas de cristianos se manifestaron en El Cairo y en la provincia de Asiut.

En la sede de la catedral copta del barrio cairota de Abasiya, unos treinta cristianos se manifestaron durante la visita del imam de Al-Azhar (máxima autoridad suní), Ahmed al-Tayeb, al patriarca copto, Shenouda III, a quien le mostró su pésame, rodeando su coche para impedirle salir del templo.