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Cae a balón parado en el Sánchez Pizjuán

Llega el año nuevo con las mismas viejas costumbres

Los rojillos se aferran a la dañina tradición de ser un balón de oxígeno ante rivales en apuros, ya que el Sevilla acumulaba tres derrotas consecutivas en su feudo. Kanouté anotó en una falta botada por Navas.

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SEVILLA 1

OSASUNA 0

 

Natxo MATXIN

Ha variado el año, pero no las costumbres, aunque sean malas. Osasuna sigue cayendo a domicilio y está a las puertas de cumplir un año entero sin ganar fuera de casa. Curiosamente, será en el estadio donde ganó la última vez -El Madrigal- donde tendrá una de las últimas oportunidades para enmendar tan aciaga trayectoria.

Y puestos a hablar de tradiciones, nada mejor que confirmar la de echar una mano a rivales en apuros. El Sevilla acumulaba tres derrotas consecutivas en su feudo y la paciencia de su grada, al límite, pero los rojillos suelen ser fieles a su historia de «buenos» oponentes en tales circunstancias, cayendo por la mínima en otra jugada de estrategia, algo ya demasiado repetido.

Además, bastante tuvo Osasuna con aguantar el imponente chaparrón que se le vino encima con la fulgurante salida hispalense liderada por Negredo. El delantero vallecano dispuso, al menos, de hasta tres clarísimos lances en los dos minutos iniciales. Pero las piernas de Ricardo volvieron a ser providenciales para que los rojillos mantu- vieran su portería a cero.

La acometida local no cesó pese a las ocasiones marradas y Sergio tuvo que estirarse al máximo para sacar con la cabeza otro peligroso envío de Navas -por el lado de éste llegaron estas primeras oportunidades- cuando un rival ya estaba presto a rematar. Era el minuto cuatro y el agobio sobre la meta osasunista, total.

Capel, en el nueve, lo volvió a inquietar en otro peligroso episodio, fruto de una mala cesión de Juanfran, pero Ricardo volvió a aparecer para mantener vivos a los suyos. Osasuna no despertó hasta el cuarto de hora, cuando precisamente el de Crevillente buscó la espalda de su marcador para sacar ventaja a un pase vertical desde la media luna, pero se abrió demasiado, pese a lo cual consiguió sacar un tiro cruzado al que respondió Palop tocando con la punta de su bota y desviando el esférico a corner.

Kanouté adelanta al Sevilla

Los de Camacho habían conseguido zafarse del inicial agobio anfitrión y conseguían llegar al área sevillista, pero sin aprovecharse de las jugadas a balón parado generadas. Ante la ausencia de Masoud, Puñal fue el encargado de botar estas jugadas, pero el uhartearra estuvo francamente desafortunado en esta faceta, hasta el punto de que luego fue Soriano el encargado de hacerlo.

Ya con menor intensidad y con una escuadra navarra bastante mejor ubicada sobre el césped del Sánchez Pizjuán -el once rojillo comenzó a estirar líneas-, que además vio en un activo Damià una de las canalizaciones de su juego en ataque, el Sevilla sólo llevó el dominio a rachas. En el 23 Romaric buscó perforar la portería roja con un chut raso sin problemas para el héroe Ricardo y en el 27 Kanouté intentó un remate ante un balón casi imposible que envió por encima del larguero.

Pero el de Malí no falló en el siguiente que tuvo. Una falta sacada desde la izquierda por Navas sirvió para que el delantero africano se adelantara en el salto a un Sergio que le dejó apenas unos metros decisivos para conseguir su sexto tanto liguero y poner por delante a los hispalenses. Osasuna ponía de manifiesto así que no estaba defendiendo con las suficientes garantías como para sacar algo positivo en el estadio andaluz y, de nuevo, encajaba otro gol a balón parado, una situación que se viene repitiendo en los últimos tiempos.

Con apenas diez minutos para irse a vestuarios, los de Camacho no tuvieron tiempo de demostrar hasta qué punto el ponerse por detrás en el marcador les había afectado a su juego, porque éste último ni siquiera apareció. No hubo reacción y sí alguno tímido acercamiento, pero sin el veneno necesario como para inquietar a un conjunto hispalense que resguardaba su zaga con relativa facilidad.

Más corazón que cabeza

Más complicado estaba el panorama en Mestalla a la llegada del descanso y el equipo se sobrepuso a tal desventaja en la segunda mitad. Era la esperanza a la que se aferraba la mayoría de la hinchada rojilla, expectante frente al televisor. Pero ni el criterio ni las ideas fueron todo lo claras que se reclamaba para darle la vuelta a la situación.

A pesar de que la presencia osasunista en las inmediaciones del marco rival fue más patente a medida que las manecillas del reloj se acercaban al minuto 90, ello no se tradujo en nada positivo. A falta de un cuarto de hora para el final fue cuando los de Camacho más apretaron, con Juanfran capitaneando tal dominio, pero ni el alicantino ni Kike Sola -el técnico murciano optó por dos delanteros- acertaron en la mejor ocasión de que dispusieron, en el 76. El cascantino pidió, además, un posible penalti por empujón de Dabo en el 80 cuando tenía opciones de encarar a Palop.

Pero el choque, en otros tiempos tenso y ahora bastante plano, se fue diluyendo cual azucarillo, ya que el Sevilla supo imponer el ritmo aletargado que le interesaba para llegar hasta al pitido final de una manera plácida y casi sin agobios.

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