Se encuentra en período de exposición pública el Plan Territorial Parcial (en adelante, PTP) de Donostialdea-Bajo Bidasoa, que pretende ordenar el desarrollo hasta 2025 de un total de trece municipios, entre los que se encuentra la propia capital, con una superficie conjunta de 376 kilómetros cuadrados y unos 400.000 habitantes. Estos datos hablan por sí solos de la trascendencia del documento.

Globalmente considerado, este PTP no es sino una manifestación más del modelo de desarrollo insostenible que promueven las instituciones, basado en el hormigón y el asfalto. Un modelo que pivota sobre proyectos concretos, como el TAV, que se pretenden imponer cueste lo que cueste a una población que no los demanda, cuando no se opone abiertamente a ellos.

Es preciso constatar que el PTP, a pesar de ser teóricamente un instrumento de ordenación territorial, más que ordenar lo que hace es legitimar una serie de decisiones que se han tomado previamente, como el citado TAV, el Superpuerto de Pasaia o la incineradora de basuras de Zubieta.

Pero estamos quedándonos sorprendidos al comprobar que, en determinadas cuestiones, existe un divorcio manifiesto entre lo que dice el PTP y lo que dicen las instituciones que están tomando decisiones en esas determinadas cuestiones. Por ejemplo, el consejero de Obras Públicas, Iñaki Arriola, ha dado a conocer hace apenas unos días un acuerdo con el Ayuntamiento y la Cofradía de arrantzales de Donostia para remodelar el puerto de la localidad. El proyecto, que cuenta con un presupuesto global de cinco millones de euros, parte de «la necesidad de mantener las actividades tradicionales pesqueras» y prevé mejoras en las instalaciones. Sin embargo, el PTP que, insistimos, está en período de exposición pública, bajo el explícito título de «Reconversión del actual muelle pesquero de Donostia-San Sebastián en puerto deportivo», dice textualmente: «Se propone el traslado de las actividades pesqueras a la nueva lonja de Pasaia y priorización de la alternativa de la potenciación del muelle como puerto deportivo, frente a las alternativas barajadas en diversos momentos sobre la posible construcción de unas dársenas deportivas en Sagüés, Paseo Nuevo y/o Igeldo». El PTP está promovido por el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y... ¡Pesca!, que dirige Pilar Unzalu. Teníamos previsto presentar una alegación para que el PTP dejase a los pesqueros de Donostia tranquilos en su propio puerto pero, visto lo visto, vamos a limitarnos a pedir a Arriola y Unzalu, compañeros de gabinete, que se coordinen.

Alguien podría pensar que la del puerto de Donostia es una contradicción menor para un documento de la magnitud de la del PTP, pero es que llueve sobre mojado. Resulta que el Plan, entre otras carreteras de nuevo trazado, prevé la prolongación del Segundo Cinturón hasta Irun. Esto ha suscitado un notable rechazo en Oiartzun y el propio Irun, los municipios más directamente afectados. Pero es que la Diputación ha tenido que salir al paso para decir que prolongar el Segundo Cinturón no entra para nada en sus planes. Y es precisamente la Diputación la competente en materia de Carreteras.

Es decir, el PTP no es sólo una manifestación más de desarrollo insostenible basado en el hormigón, sino que, además, es una manifestación que presenta «deficiencias» notables.

Ha encendido la alarma en numerosas entidades vecinales y también entre ayuntamientos. Unas y otros han preparado alegaciones. Pero no estaría mal que, antes de que concluya el período de exposición pública, las distintas iniciativas locales fuesen capaces de organizar un acto conjunto que permitiera hacer más visible el rechazo al PTP. ¿Alguien se anima a ponerle el cascabel al gato?