Con un sorteo tan condicionado, más de un seguidor baskonista respiró tranquilo cuando el encargado de sacar las bolas del sorteo eligió la del Unicaja para el grupo del equipo gasteiztarra. La otra opción era el actual campeón, el Barcelona, el peor compañero para una Final Four que se jugará en su casa.

No obstante, sin el potencial del equipo culé, Unicaja, un rival que siempre termina cruzándose en el camino de los azulgranas, es un rival herido y eso lo hace doblemente peligroso. Y es que, con serias opciones de quedarse fuera de la Copa por segundo año consecutivo, la Euroliga se queda como la tabla de salvación del equipo y, sobre todo, de un Aíto García Reneses cuyo crédito cada vez está más en números rojos. El ambiente en el equipo de la Costa del Sol es muy pesimista y está bastante enrarecido por la falta de resultados, que ya viene de la pasada temporada.

El equipo malagueño, que infligió la primera derrota de esta temporada al Baskonia en ACB en el Carpena, está siendo muy irregular durante esta temporada, en gran parte por las múltiples lesiones que ha padecido. El base Terrell McIntyre, fichaje estrella de este verano y jugador destinado a llevar el peso del equipo ha sido uno de los más perjudicados en este sentido y su aportación ha estado bastante lejos de la que se esperaba de él.

No obstante, sus ausencias obligaron al club a fichar y Rod Blakney ha terminado convenciendo a los técnicos, hasta el punto de que Panchi Barrera, segundo base al principio de la temporada, haya tenido que buscar sito en Granada. En el puesto de escolta, Saúl Blanco sigue sin dar el salto que se esperaba de él, Tripkovic sigue estancándose como tirador y Berni trata de poner el alma.

Las prestaciones de Jiménez ya no son las de antaño, Printezis, otra apuesta, sigue sin acoplarse al equipo verde, y Archibald sigue siendo el jugador que aporta dureza al juego interior, donde Freeland es el que mejores resultados está ofreciendo.