Para cuando los lectores de GARA tengan entre sus manos este ejemplar, miles de txikis estarán disfrutando de los regalos que les habrán dejado los magos de Oriente en sus lustrosos zapatos. Horas antes de la noche más agitada del año para muchos niñas y niños, éstos participaron en las tradicionales cabalgatas que cuentan con un importante respaldo económico de los ayuntamientos y de asociaciones de comerciantes.

En Bilbo, los Reyes Magos siguieron a una nave espacial perdida en búsqueda de la Vía Lactea pero que se encontró con los miles de pequeños que aguardaban a Melchor, Gaspar -con una bufanda rojiblanca al cuello- y Baltasar. Éstos no dejaron de suspirar al ver pasar al cortejo, conformado por carrozas de aspecto sideral, que aceleró su paso por la incipiente lluvia.

En Iruñea, el puente levadizo del portal de Francia -con un mecanismo que data de 1753- descendió para dejar entrar a los magos montados en sus camellos camino de la casa consistorial, donde fueron recibidos por la alcaldesa, Yolanda Barcina. Posteriormente, recorrieron el centro de la capital navarra entre la algarabía infantil.

Compañías de teatro de calle de Holanda, Valencia y Alicante, junto a un grupo de sbandieratoris de la localidad italiana de San Lorenzo, dieron ritmo a la cabalgata en Gasteiz, después de que por la mañana los Reyes Magos arribaran en un tren de cercanías como es habitual.

En Donostia, Melchor y Gaspar optaron por llegar en camello mientras Baltasar lo hacía encima de una hermosa elefanta. A la tarde, una comitiva de centurias romanas, pajes, músicos, dantzaris y bomberos -unos 700 integrantes- recorrieron el centro, junto a siete carrozas debidamente decoradas para la ocasión.