Comenzar a asimilar las derrotas como algo normal -lleva cuatro en los últimos cinco partidos de la ACB y encajó cinco en la primera fase de la Euroliga- es el peor síntoma que puede mostrar el Baskonia, por lo que, asegurado el pase al Top-16 con un grupo asequible y aprovechando varias circunstancias que han coincidido en el tiempo, el Baskonia ha querido dar un golpe de timón con el fichaje de Esteban Batista.

Tratándose de un club que se enorgullece de no entrar en guerras de traspasos -esta temporada se ha pagado también por Bjelica y por Musli, pero son otro tipo de incorporaciones más a largo plazo-, está claro que el fichaje del uruguayo, del que se requiere un rendimiento inmediato que ninguna de las múltiples incorporaciones de este verano ha dado, no es un movimiento cualquiera.

Tras escuchar los 850.000 euros que según varios medios ha desembolsado el Baskonia para hacerse con el segundo jugador más valorado de la ACB tras San Emeterio, existe cierto temor a que el club se haya dejado llevar por la inmediatez y el fracaso de algunas de sus apuestas veraniegas, pero la trayectoria de la gestión de la entidad en este sentido merecen cierto crédito, que no cheque en blanco.

Además existen razones objetivas para pensar que el momento en el que se produce esta incorporación no es casual. Tras muchos rumores veraniegos, el acuerdo llega a pocas fechas de que el uruguayo adquiera la nacionalidad española, con la que, no obstante, esta temporada no podrá ocupar plaza de cupo y habrá que ver qué sucede en el futuro.

La situación económica del Fuenlabrada tampoco es baladí en esta cuestión. Incapaz de conseguir un patrocinador pese a la magnífica temporada que está realizando -es cuarto y está empatado a victorias con Baskonia- vender a su jugador franquicia era una obligación para el equipo madrileño, de cara a poder mantener el año que viene al equipo en ACB, algo que deportivamente ya tiene virtualmente conseguido con esas nueve victorias que atesora en la clasificación.

El episodio de Marcus Haislip, que ayer quedó finalmente desvinculado del club, era otra evidente señal de que algo se estaba moviendo. Está claro que ninguna de las partes estaba satisfecha con su situación previa al episodio de expediente disciplinario y su huida a Estados Unidos fue una toma de posición por ambas partes hasta que la cuerda se rompiese con el menor costo posible.

Con las carencias tan bien diagnosticadas, desde verano era evidente que sustituir o tratar de paliar a Splitter por un Musli tan poco maduro era un suicidio, y el mercado de cincos tan romo, Batista es posiblemente el mejor fichaje que podía hacer el equipo gasteiztarra, siempre que la adaptación del uruguayo a su nuevo rol sea medianamente normal. En este sentido, pese a su importancia en el equipo madrileño, la filosofía de Salva Maldonado tampoco le ha permitido jugar grandes minutadas. Su compatibilidad con Stanko Barac y el efecto que cause en la confianza del croata la aparición del uruguayo es otra duda que genera este movimiento.

Aumentar intensidad

De momento, Dusko Ivanovic tiene muy claro qué es lo que quiere de su nuevo fichaje. «Espero que pueda ser un jugador que nos dé más calidad en el juego interior y con la intensidad en su juego que ha mostrado hasta ahora podamos subir la intensidad de nuestro equipo», declaró el montenegrino.

Al margen de esa garra e intensidad sudamericana que puede aportar el uruguayo a un equipo sin argentinos tras mucho tiempo, Batista está llamado a aportar mucho en la faceta reboteadora y finalización en un radio de dos metros en torno al aro, que es su hábitat natural y dónde hace daño -otra diferencia con Barac, que tiende a jugar mucho más abierto-.

Pero la presencia de Batista en el interior también debe ayudar mucho a una línea exterior en la que ya va siendo hora de que los roles queden definitivamente establecidos. Uno de los que, sin duda, más agradecerá la presencia del nuevo fichaje azulgrana será Marcelinho Huertas, que por fin podrá volver a explorar la vía del pick & roll que tantos éxitos ha dado a este club. Los espacios que por las ayudas defensivas cree en el exterior también deben servir de medicina para una línea exterior en la que se viene echando en falta la figura de ese anotador compulsivo, huérfana desde la salida de Rakocevic.

Pero es que además el equipo no está completo. Un segundo base al estilo Palacio no estaría de más, pero se oyen rumores de una posible vuelta de Pietrus.