Maite SOROA | msoroa@gara.net
Una explicación con tono misterioso
No me había quedado claro el argumentario de Aralar para cerrar la puerta a una colaboración con la izquierda abertzale. Todo lo dicho parecía demasiado críptico para quienes no estamos en el secreto de las cosas. Pero ayer el editorial del jelkide «Noticias de Gipuzkoa» despejó buena parte de mis dudas y sospechas.
Según el editorialista, la negativa de Aralar «supone el fin de una incertidumbre con respecto a tal insólita posibilidad». Se preguntarán por qué resulta «insólita» la posibilidad. Pues el escriba peneuvista nos habla de «la envenenada propuesta realizada por los miembros de la formación ilegalizada y dirigida a EA y Aralar para `conformar un sujeto electoral unitario' circunscrito al ámbito de Navarra». Algo terrible, al parecer, porque a renglón seguido contaba que esa propuesta «daba la medida de las intenciones reales de la izquierda abertzale oficial». Sigue el misterio.
El diario de cabecera de Urkullu y compañía insistía en la mala fe de la izquierda abertzale: «Se trataba de generar una cuña dentro de NaBai». Una pensaba que las cuñas se hacen, no se generan.
Tampoco explica muy bien qué es lo de la cuña, pero insiste: «La propuesta, por tanto, era una carga de profundidad contra NaBai (...). Además es posible que el llamamiento a EA y Aralar tuviera lugar en un momento tal vez interesante para los intereses particulares de la izquierda abertzale pero no para las formaciones llamadas a esa sospechosa entente electoral». ¿Sospechosa? ¿De qué?
Y sigue la pieza editorial sin desvelar el secreto: «Otra cosa es que la ex Batasuna esté necesitada de compañeros de viaje en este proceso que no termina de arrancar y que se escurre como la arena entre los dedos». Pues a mí me parece que también Aralar necesitará de compañeros de viaje para ese «cambio» en Nafarroa. Ya lo intentaron con el PSOE y no les salió.
Lo mejor es ver cómo se lanza el balón al tejado ajeno: «para que se produzca una integración, la izquierda radical debe clarificar antes su propia apuesta política lejos de la violencia».
Ya ven que no termina de desvelar el misterio, pero resulta fácil de interpretar: El PNV no quiere. Parece claro.