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Floren Aoiz www.elomendia.com

Don Dinero y doña Poltrona

Gente que no comparte la apuesta por las medidas antisociales que el PNV ha apoyado en Madrid. Gente que no entiende el sabotaje de Aralar a los intentos de sumar fuerzas en Nafarroa. Esa gente puede dificultar la involución que estamos viendo en sus partidos

Poderoso caballero es don Dinero. Y de la mano de doña Poltrona, su poder se multiplica. Uno y otra tienen mucho que ver con lo que se mueve y lo que sigue quieto en este país. Las perspectivas de cambio de escenario han alimentado la ilusión y la esperanza, pero también la ansiedad y el nerviosismo de quienes prefieren que sigamos en esta situación de estado de excepción encubierto.

La Ley de Partidos y, en general, la persecución del independentismo han ofrecido a algunos partidos y a algunas personas oportunidades que difícilmente habrían estado a su alcance en otras circunstancias. Por supuesto, han preferido ocultarlo con una hipócrita denuncia del apartheid que, por otra parte, no les ha impedido llegar a todo tipo de acuerdos con los promotores de eso que supuestamente rechazaban.

La mera posibilidad de que la excepcionalidad vaya siendo superada ha encendido todas las alarmas. Obviamente, no cabe esperar que Urkullu o Zabaleta aparezcan ante los medios de comunicación y afirmen que desean que la izquierda abertzale no pueda estar de manera legal en las próximas elecciones. De hecho, dicen exactamente lo contrario. Pero ya sabemos que hay que prestar atención a los hechos, que son muy clarificadores.

Del mismo modo, no cabe esperar que los jeltzales afronten una campaña en defensa de su apoyo a la reforma laboral y de las pensiones. Más bien preferirán simular que la huelga general convocada para el 27 de enero nada tiene que ver con ellos. Pero lo cierto es que las medidas más duras adoptadas por un gobierno español tras la muerte de Franco cuentan con el apoyo del PNV, el mismo que todavía se quiere presentar como progresista.

A estas alturas no vamos a caernos del guindo. Conocemos muy bien los comportamientos de estos partidos. Vimos cómo contribuyeron a hacer fracasar los anteriores intentos de superación del conflicto. Entre el poder y las soluciones su apuesta está clara. Pero una cosa es lo que un partido pueda pretender y otra lo que la realidad le permita hacer. Y es que las gentes que vivimos en este país podemos hacer muchas más cosas que asistir como espectadores a las actuaciones de unos y otros. Podemos, por ejemplo, hacer más difícil que esos partidos arruinen, movidos por sus intereses partidistas, nuestras expectativas de un futuro mejor.

La apuesta de las direcciones de esos partidos tiene poco que ver con los sentimientos y la ilusión de miles de personas que se identifican con esas siglas. Gente que no comparte la apuesta por las medidas antisociales que el PNV ha apoyado en Madrid. Gente que no entiende el sabotaje de Aralar a los intentos de sumar fuerzas en Nafarroa. Esa gente puede dificultar la involución que estamos viendo en sus partidos. Esa gente tiene su sitio en este nuevo proceso. Debe participar en él con determinación e ilusión y es muy importante que se sienta bienvenida.

Don Dinero y doña Poltrona, no. Quieren frustrar también esta vez la esperanza de libertad y paz. Quieren aprovechar el impacto de la crisis para aplicar las viejas recetas neoliberales. ¿Vamos a permitírselo?

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