«Me gusta Schumann porque es temperamental como yo»
PIANISTA
Acaba de salir al mercado el primer disco de la pianista donostiarra Judith Jauregui, «El arte de lo pequeño», dedicado a la música del compositor alemán Robert Schumann. Fue presentado en Madrid el pasado 22 de diciembre, en el marco incomparable del Museo del Romanticismo, en un acto en el que la pianista interpretó algunas de las piezas del disco.
Mikel CHAMIZO | MADRID
Aunque la joven Judith Jauregi ya había participado en la grabación de un proyecto en torno a la música para piano de Albéniz, este CD en solitario dedicado a Schumann va a ser su carta de presentación de cara a un mercado, el de los concertistas de piano, de una gran competitividad. Jauregui, no obstante, va haciéndose ya su propio hueco entre los grandes pianistas.
Un pianista termina de establecer su categoría cuando graba su primer disco. ¿Cómo le surgió a usted la oportunidad?
El disco está dentro de la serie discográfica de Juventudes Musicales, que es una colección que ya lleva bastante años a sus espaldas. El proyecto venía de largo, pues Jordi Roc -el presidente de Juventudes Musicales- y yo empezamos a concebirlo hace dos años y medio, pero por diversas razones la oportunidad de grabarlo se canceló varias veces. Con la asociación de Juventudes Musicales con el sello Columna Música, el año pasado ya me dieron el sí definitivo, me dejaron escoger el repertorio y me advirtieron que harían lo posible porque tuviese una repercusión internacional. No es algo normal, y es una gran suerte poder grabar tu primer disco con esas condiciones.
¿Por qué ha elegido un monográfico Schumann? ¿Tiene alguna especial afinidad con él?
Sí, la tengo, y la he tenido desde siempre. Desde niña me gustaba mucho la música de Schumann, e incluso escogí su «Concierto para piano» como pieza central en mi examen de fin de carrera. Me atraen mucho los dos extremos de la personalidad de Schumann: por un lado, es enérgico y fuerte, por el otro, íntimo, soñador, nostálgico. Aunque Schumann es germánico, cuando se lo propone puede llegar a ser más delicado que Chopin. Tiene esos arranques temperamentales, esos cambios repentinos, que hacen que me resulte muy natural tocar su música.
¿Se aplica también a usted misma esas cualidades?
Claro que hay un paralelismo con mi forma de ser. Si me siento tan cerca de Schumann es porque, en algún sentido, somos afines. Aunque esta afinidad quizá no esté tanto en mi personalidad, sino en mi fantasía. Los pianistas tenemos que poseer unos altos niveles de fantasía para poder aplicarla al piano y conseguir que nuestras interpretaciones sean emocionantes. Y, en ese aspecto, sí me siento muy parecida a Schumann, porque tocando el piano sí soy de extremos.
Dicen que tocar bien a Schumann es una cuestión más de sicología que de técnica, por las múltiples personalidades que se pasean por su música. También se dice que hace falta una cierta madurez en el intérprete. ¿Cómo lo ve usted, a sus 25 años?
Soy consciente de esas cosas, y quizá mi caso sea un poco extraño, pero la realidad es que yo siento a Schumann de una forma completamente natural. No me enfrento a él como si fuera un compositor maduro, con unas experiencias que no puedo comprender del todo debido a mi juventud. Al contrario, tengo la sensación de que su música me habla como a una igual y que puedo entender cada recoveco de lo que me quiere decir. Creo que los jóvenes tenemos que derribar ya esos tabúes que nos hacen pensar que hay que ser maduro para tocar a Schumann. Si lo haces con frescura y personalidad, puedes salir algo muy convincente.
Para el disco ha escogido tres obras tempranas de Schumann: los «Papillons», el «Allegro» y las «Fantasiestücke». ¿Por qué esta selección?
Los «Papillons» son muy divertidos. Son impresiones cortitas de muchísimas cosas diferentes, cambiando de registro muy rápido. Es una obra un poco carnavalesca. El «Allegro» es una obra tremenda, intensamente dramática en algunos momentos, pero en otros muy soñadora. Además, no es de las más conocidas. En cuanto a las «Fantasiestücke», solo con escuchar la primera pieza ya se me ponen los pelos de punta. Es una obra que me emociona muchísimo.
¿Cómo fue la presentación del disco en el Museo del Romanticismo de Madrid?
Muy bien, porque el lugar es absolutamente perfecto para la música de Schumann. Estuve acompañada por Javier Alfaya, el presidente de la Fundacion Scherzo, y por Jordi Roc. Fue una presentación sencilla pero hecha con mucho cariño, y aparecieron por allí personas que agradezco mucho que viniesen.
La acogida del disco por la prensa especializada está siendo buena. ¿Cómo espera que redunde en su carrera?
Espero que todo lo que derive del disco sea para bien y que se convierta en una tarjeta de presentación que me abra muchas puertas. Pero lo que me gustaría, por encima de todo, es que la gente que lo escuche disfrute mucho con mi Schumann.
Ya la están encumbrando por ahí como una de nuestras pianistas con mayor proyección internacional.
Si soy sincera, no me preocupo demasiado por lo que digan de mí. Sencillamente soy Judith, y hago lo que siento y lo que buenamente sé, que es tocar el piano.
«Me atraen mucho los dos extremos de la personalidad de Schumann: por un lado, es enérgico y fuerte, por el otro, íntimo, soñador, nostálgico»
«Para el disco me dejaron escoger el repertorio y me advirtieron que harían lo posible porque tuviese una repercusión internacional»
Judith Jauregui se inició con el violín a los cuatro años, pero recuerda que «tenía una profesora muy mala que me amenazaba con cortarme los dedos si no estudiaba los suficiente». Le cogió manía al violín y se pasó al piano, el instrumento que tocaban sus hermanas, aunque ahora Judith es la única de la familia que sigue con la música. Lleva actuando en público desde los ocho años, pero no fue hasta los quince cuando decidió que el piano era su vocación, durante un cursillo de un mes en el que estuvo rodeada de algunos de los mejores pianistas del mundo. Judith es bien conocida en la vida musical de Donostia, pues la hemos visto crecer ofreciendo conciertos. Una niña prodigio, sin duda, aunque para ella su infancia ha sido completamente normal. «Yo he sido una niña muy, muy feliz -defiende-. Tengo la suerte de poseer bastante facilidad de estudio, por lo que nunca me ha hecho falta dedicar diez horas diarias al piano. Además, necesito vivir mi propia vida, porque, si no vivo, no puedo tocar, me bloqueo. En ese aspecto, soy una chica muy normal». Tras cuatros años completando sus estudios en Munich, Jauregui decidió volver y establecerse en Madrid. «En Donostia está mi corazón y mi familia -explica- pero en Madrid es donde se cuece todo el movimiento cultural, porque es una gran ciudad». Seguramente fue una decisión acertada, pues desde que Jauregui se instaló en Madrid se le han abierto muchas puertas, ha ganado dos importantes concursos de piano y le están saliendo bastantes conciertos. Pero, ¿está preparada Jauregui para la dura vida de viajes de un concertista? «La vida es según uno se la toma. Yo creo que se puede compaginar todo. Hay que sacar ratitos y organizarse para ver a la familia y los amigos. Y los viajes, disfrutarlos al máximo». M.C.
«Tengo la sensación de que su música me habla como a una igual y que puedo entender cada recoveco de lo que me quiere decir»
«Espero que todo lo que derive del disco sea para bien pero lo que me gustaría, es que la gente que lo escuche disfrute mucho con mi Schumann»