Aumenta el número de muertos por la represión de las revueltas sociales magrebíes
La tensa calma con que transcurrió la jornada del sábado en Túnez y Argelia no fue sino un espejismo, ya que la ola de violencia provocada por la carestía de la vida y el desempleo se cobró al menos otras 16 vidas.GARA | TÚNEZ-ARGEL
Los choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad continúan en Túnez y Argelia en el marco de las protestas provocadas por el gran descontento social que en las últimas semanas ha estallado en el norte de África. La cifra de víctimas mortales sigue engordando y podría superar, según las fuentes, la veintena.
Las autoridades tunecinas, que achacan los disturbios a la acción de extremistas que buscan desestabilizar el país confirmaron la muerte de catorce personas en la noche del sábado y el domingo en los disturbios registrados en Thala y Kasserine, en el sureste de Túnez y frontera con Argelia, que fue tomada de madrugada por el Ejército. El opositor Partido Democrático Progresista (PDP), por su parte, eleva la cifra a de fallecidos por disparos a 20. Entre los muertos habría un niño de 12 años, fallecido de un disparo en la cabeza en Ennour.
El balance hasta el sábado era de cinco muertos, con lo que ya serían 19 los fallecidos.
El Gobierno dijo que en Thala la Policía abrió fuego «en legítima defensa» contra un grupo de manifestantes que les atacó con cócteles molotov, palos y piedras mientras intentaban asaltar un edificio oficial y desoyeron los disparos de advertencia. Allí murieron cinco personas.
El PDP negó esa versión e instó al presidente, Zine al-Abidine Ben Ali, a ordenar a las fuerzas de seguridad el cese al fuego inmediato y a respetar el derecho de la población a manifestarse.
En Kasserine habrían muerto otras cinco personas y el resto en Sidi Bouzid.
Las protestas en Túnez comenzaron el 17 de diciembre cuando el joven Mohamed Bouazizi, de 26 años y vendedor ambulante, se inmoló desesperado porque la Policía no le dejaba trabajar por carecer de licencia. Su acción, que le convirtió en un símbolo de rebelión contra la inseguridad social y el elevado índice de desempleo -13,2%, según el FMI-, especialmente entre los jóvenes universitarios, desencadenó una ola de protestas en todo el país, que se recrudecieron tras la muerte de joven el 4 de enero.
Ayer, el sindicato único Unión general de Trabajadores Tunecinos (UGTT) expresó su apoyo a las «legítimas» reclamaciones de las desheredadas regiones interiores en conflicto, las más castigadas por la falta de inversiones y creación de riqueza.
Su secretario general, Abid Brigui señaló que «va contra natura condenar este movimiento, no es normal responder con balas» e instó a dialogar con los jóvenes.
El sindicato reclamó al Gobierno la aplicación de «reformas políticas con el objetivo de democratizar el país», aunque no hace suya la demanda de muchos manifestantes que piden la salida del Gobierno o del presidente.
Dos muertos más en Argelia
En Argelia, donde el Gobierno tomó una serie de medidas de emergencia para frenar el alza de los precios en los productos alimentarios más consumidos, se conoció la muerte el sábado por la noche de otras dos personas -una de ellas un policía que pereció calcinado en su coche al ser atacado- y de una más ayer, lo que eleva a seis el balance de víctimas mortales.
Mientras, se reanudaron las actividades económicas, comerciales y sociales tratando de volver a la normalidad.
También el sábado se registraron otros tres intentos de suicidio al quemarse a lo bonzo dos personas, uno de ellos un hombre de 52 años padre de cuatro hijos, en Kasserine y Sidi Bouzid.