Los diputados británicos examinaban ayer un proyecto de ley para someter a referéndum traspasos significativos de competencias de Londres a Bruselas, en aplicación de una promesa electoral de los conservadores que los euroescépticos juzgan demasiado tímida.

Un grupo de entre 20 y 30 tories, liderados por antiguos pesos pesados del thatcherismo, pugnan por introducir enmiendas para blindar la cláusula 18, conocida como cláusula de soberanía. La revuelta interna es liderada por Bill Cash, quien exige el recurso automático a referéndum para todo tipo de trasferencia.

El Gobierno, que espera inscribir el proyecto legislativo en la ley sobre la Unión Europea -cuya adopción final se espera para primavera-, recomienda acudir a las urnas sólo en caso de traspaso significativo.

El primer ministro, David Cameron, es acusado de sacrificar sus promesas euroescépticas en el altar del pragmatismo. Cuando estaba en la oposición, el líder tory amenazó con denunciar la adhesión británica al Tratado de Lisboa, que los laboristas forzaron sin arriesgarse a un nuevo referéndum, y llegó a evocar la idea de recuperar prerrogativas cedidas a Bruselas por el anterior Ejecutivo.

Desde su elección en mayo, Cameron ha hecho verdadero equilibrismo para mantener su discurso euroescéptico sin soliviantar a sus principales socios de la UE. En plena crisis, se ha mostrado conciliador en Bruselas en torno a las medidas de índole macroeconómico, que en algún caso han supuesto la modificación del Tratado de Lisboa sin referéndum previo.