El clima, o lo que es lo mismo, el comportamiento «habitual» de la atmósfera en un lugar determinado es un condicionante esencial a la hora de practicar deportes al aire libre. Una razón de peso por la que en los Juegos Olímpicos se suelen tener en cuenta las condiciones climáticas de los posibles emplazamientos a la hora de decidir dónde se van a realizar.

La altitud, que proporciona complicaciones adicionales, también es un factor a considerar. A algunos deportistas la altura les influye positivamente, aunque para la mayoría representa más una dificultad. Por encima de los 2000-2500 metros suelen empeorar notablemente sus resultados.

Pero, si el clima es importante, no lo es menos el tiempo. Es decir, lo que pueda ocurrir en la atmósfera en un día concreto o en un momento determinado. Nada como una capa gaseosa «revuelta» para que el montañismo, el ciclismo, el fútbol o el tenis pierdan buena parte de su esplendor habitual.

Una influencia, la del aire, que afecta también al rendimiento de las máquinas. Bien lo saben los equipos de Fórmula 1 que llegan a usar mantas térmicas o a hacer entrenamientos en zig-zag para mantener en perfectas condiciones la temperatura de los neumáticos, o que llegan a emplear a sus propios meteorólogos para que les hagan las predicciones más precisas.

Un tipo de pronóstico que se conoce como Predicción Meteorológica Inmediata o Nowcasting. Se trata de una técnica que requiere contar con datos recientes sobre el estado de la atmósfera para calcular su evolución a corto plazo. Los Servicios Meteorológicos Oficiales la utilizan para detectar con la mayor precisión la llegada de fenómenos atmosféricos inusuales y de aparición repentina.