El Gobierno filipino y el principal grupo armado del país, el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF), acordaron ayer reanudar las conversaciones de paz el 8 de febrero, una decisión que supone el primer avance desde que Benigno Aquino accedió al poder en los esfuerzos por acabar con una insurgencia que comenzó hace cuatro décadas en demanda de la creación de un Estado de mayoría musulmana en el sur. El conflicto ha causado la muerte de unas 120.000 personas, el desplazamiento de dos millones más y la reducción del crecimiento y las inversiones en el sur filipino.

Negociadores de ambas partes se reunieron en Kuala Lumpur para mantener contactos informales de cara a la posibilidad de retomar el diálogo, estancado desde junio.