El ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, mostró ayer su apoyo al aumento de la capacidad del fondo de rescate europeo para países con problemas de solvencia y aseguró que, actualmente, los miembros de la UE están debatiendo duplicarla hasta los 1,5 billones de euros.

«Creo que sería un objetivo totalmente razonable doblar los medios del fondo de apoyo a la zona del euro», declaró Reynders en una entrevista con la agencia France Press.

En mayo del año pasado, la zona del euro se dotó de un fondo de rescate de 750.000 millones de euros tras la crisis griega, del cual 440.000 millones son aportados por los países del euro, 250.000 por el FMI y otros 60.000 por países de la UE.

Reynders reconoció que los debates en Europa manejan esas cantidades. «La Comisión Europea, y el Banco Central Europeo también han empezado a plantear esta posibilidad», afirmó.

Esta propuesta, que el miércoles formuló la Comisión Europea trata de hacer frente a la posibilidad de que los rescates se extiendan a Portugal, el Estado español, Bélgica o Italia. El Ejecutivo comunitario ha propuesto oficialmente aumentar la dotación del fondo y ampliar sus usos, de manera que pueda destinarse a comprar bonos de deuda pública y dar líneas de crédito preventivas a los países amenazados por los mercados.

El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, quiere que se alcance un acuerdo en la cumbre que se celebrará el 4 de febrero.

Pero para convencer a países como Alemania sobre este aumento, Reynders afirmó que es necesario profundizar en las reducciones del déficit.

Suavizar las condiciones

Por su parte, la Comisión Europea quiere suavizar las condiciones que se impondrán a los países de la eurozona que se acojan de forma preventiva al fondo de 750.000 millones de euros antes de que sea inevitable un rescate completo como el de Grecia o Irlanda, según fuentes europeas citadas por Efe.

Según la propuesta de Bruselas, los Estados miembros que pidan este tipo de líneas de crédito preventivas no deberán someterse a un duro plan de ajuste fiscal como los impuestos a Grecia e Irlanda.

El único requisito que se exigiría a los países de la eurozona que soliciten esta ayuda sería que cumplan de forma estricta los objetivos de reducción del déficit planteados para cada año, así como las reformas pactadas ya con la UE, lo que en la práctica puede llevar a los Estados a las mismas políticas de reducción de gasto público.