Aaunque alguno sigue empeñado en restar importancia a la declaración de ETA, un somero repaso a la prensa demuestra que no, que el alcance es mayor y de mayor calado. Y la preocupación de algunos, severa.

José Antonio Gundín ayer, en «El Semanal», trataba de disimular sus temores con un discurso recio: «Dicho sin tapujos: de lo que se trata es de que la banda terrorista se rinda, entregue las armas y se someta a los tribunales». Pero el hombre no las debe tener todas consigo, porque a renglón seguido reconocía que «sorprende y preocupa la reacción de los políticos, de casi todos los políticos, al comunicado en el que los etarras han tenido a bien perdonarnos la vida durante los próximos meses. Produce bochorno que algunos dirigentes socialistas hayan festejado el panfleto de ETA con la alegría infantil de quien le han levantado un castigo. Hasta la reacción de Patxi López ha resultado decepcionante al concederle un halo positivo, cuando en realidad se trata del gesto condescendiente de unos matones».

Y el tío insiste en que los del PSOE son unos milindris, pero que de la derechona podía esperarse otra cosa: «Que el Gobierno y el PSOE no quieran ir más allá del discurso posibilista de Rubalcaba y se la cojan con papel de fumar no debe extrañar a nadie (...) pero de quien sí cabe esperar algo más y de mayor contundencia es de los dirigentes del PP. No basta con que exijan el abandono de las armas». Este quiere leña. Le va la marcha. Ya verán.

El discurso recio no tiene fisuras: «En suma, los responsables políticos deben tener bien presente que el final o la desaparición de ETA no puede ser otro que su rendición, consecuencia inexorable de la persecución policial y judicial dentro y fuera de España. Aquí no valen los abrazos de Vergara, los armisticios ni las impunidades, las condonaciones de responsabilidades penales ni otras gaitas irlandesas». Y dale con el abrazo de «Vergara»... ¿cuando estudiarán un poco la historia?

Y para que vean la buena voluntad de esta gente, lean el final: «La conclusión es bien clara y evidente, al margen de cualquier comunicado: el destino de ETA es desaparecer y el de los etarras purgar sus delitos cumpliendo hasta el último día de cárcel». Como Galindo.