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Denuncian la carencia de un sistema eficaz de alerta de catástrofes en Río

La peor catástrofe natural ocurrida en Brasil, con torrenciales lluvias y corrimientos de tierra que han dejado al menos 524 muertos y más de 10.000 desalojados en Río de Janeiro, ha revelado la ausencia de un sistema eficaz de alerta ante urgencias ambientales, según la prensa.
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Los pobladores de la región montañosa de Río de Janeiro, devastada por las torrenciales lluvias que han dejado ya al menos 524 muertos y miles de desalojados y damnificados, se enfrentaban ayer a nuevas búsquedas de cuerpos y a la ansiedad provocada por el anuncio de fuertes precipitaciones que amenazan con más derrumbes. Mientras, la prensa local, que habla ya de el peor desastre natural en la historia del país, denunciaba la carencia en el Estado carioca de un sistema eficaz de alertas contra catástrofes naturales.

El martes, horas antes de que se desataran los temporales que han sembrado destrucción y muerte, el Instituto Nacional de Meteorología envió un alerta de «lluvias moderadas a fuertes» a Defensa Civil, que retransmitió el mensaje a las alcaldías de la zona, pero el mensaje se perdió, denunció el diario «O Globo».

La formación de la tempestad había sido igualmente detectada por el nuevo radar que la Alcaldía de Río de Janeiro instaló en diciembre, pero los datos recogidos por el nuevo equipo no fueron analizados ni retransmitidos, ante la falta de técnicos especializados.

«Faltan radares y otros sistemas de detección de tempestades, pero el problema mayor es la falta de meteorólogos especializados», dijo a «O Globo» el especialista Manoel Gan, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.

Mario Serdalbeck, alcalde de Teresópolis, donde ayer se habían contabilizado ya 266 muertos, afirmó no haber recibido «ningún aviso» antes de la tragedia.

En tanto, el secretario de Medio Ambiente del Estado carioca, Carlos Minc, afirmó que el alerta llegó a Nova Friburgo, pero que la población no llegó a ser prevenida. Allí el número de muertos se eleva ya a 228.

Las lluvias torrenciales no son raras durante el verano en el sudeste de Brasil, pero en la zona devastada hubo «una dramática combinación de violencia de las lluvias en un área de riesgo extremo: inclinada, inestable y densamente poblada», indicaron especialistas.

En menos de una hora de lluvia, las pequeñas corrientes de agua se transforman en torrentes furiosos, que alcanzan hasta 100 km/h y que destruyen todo a su paso.

Mientras comienzan los entierros de las primeras víctimas, cientos de personas todavía buscan a sus familiares o intentaban reconocerlos en morgues improvisadas en locales públicos, y las instalaciones deportivas se han convertido en centros de acogida de las personas que han tenido que dejar sus hogares, que se estima son unas 10.400.

muchos niños

Entre las víctimas hay muchos niños y ancianos, que son los que más difícilmente podían protegerse cuando las trombas de agua y lodo se llevaron las casas por delante. «No saben lo duro que es ver llegar tantos cuerpos de niños... Es horrible», dijo a AFP un bombero.

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