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CRISIS POLÍTICA EN TÚNEZ

El presidente tunecino se ve obligado a dejar el país ante las protestas

La huida de Zine El-Abidine ben Ali no despeja las incógnitas del futuro de Túnez. El poder está formalmente en manos del primer ministro, pero ayer por la noche, pese al toque de queda, seguían los disturbios en la capital.

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H. BEN SALAH-M. HASNI (AFP) | TÚNEZ

El presidente Zine El-Abidine ben Ali, en el poder desde hace 23 años, abandonó ayer Túnez tras una revuelta sin precedentes contra su régimen a la que ha reprimido sangrientamente, mientras que el primer ministro saliente ha tomado temporalmente las riendas del país.

Mohammed Ghannouchi, primer ministro saliente, anunció ayer por la noche por televisión que asumía temporalmente la Presidencia sustituyendo a Ben Ali.

Asimismo, lanzó un llamamiento a la unidad de los tunecinos de todas las sensibilidades. «Llamos a los tunecinos de todas las sensibilidades políticas y regionales a mostrar patriotismo y unidad», declaró solemnemente. Además, se comprometió a «respetar la Constitución».

Un poco antes, dos fuentes próximas al Gobierno anunciaron la marcha del Jefe del Estado al extranjero.

Acorralado por miles de manifestantes, tanto en la capital como en el resto del país, que exigían su marcha inmediata desde el jueves, el presidente Ben Ali repitió, sin éxito, anuncios de reformas para intentar acabar con un mes de disturbios y manifestaciones violentamente reprimidas por las fuerzas de seguridad.

Los manifestantes seguían exigiendo la marcha inmediata de Ben Ali, ya que no se contentaban con sus promesas, formuladas el jueves por la noche, de abandonar el poder al concluir su mandato en 2014.

El Gobierno tunecino anunció que había decretado el estado de emergencia en el conjunto del país con un toque de queda de 18.00 a 6.00, la prohibición de concentraciones en la vía pública y la autorización al Ejército y a la Policía para disparar contra «cualquier sospechoso» que se negase a obedecer las órdenes.

Un poco antes, el primer ministro, Mohammed Ghannouchi, citado por la agencia oficial TAP, indicó que el presidente Ben Ali había decidido, «en el marco de las medidas anunciadas el jueves, destituir al Gobierno y convocar elecciones legislativas anticipadas en seis meses».

Añadió que le habían encargado formar un nuevo Ejecutivo.

Violentos enfrentamientos seguían produciéndose por la tarde entre grupos de manifestantes y policías antidisturbios.

Los principales partidos de oposición tunecinos, tanto legales como prohibidos, pidieron el viernes «la marcha de Ben Ali y la instauración de un Gobierno provisional encargado de organizar elecciones libres en seis meses», en una declaración conjunta presentada en París.

«Os comprendo», insistió Ben Ali el jueves por la noche en su tercera intervención televisada desde el comienzo de las revueltas, instando especialmente a las fuerzas de seguridad a dejar de disparar balas reales contra los manifestantes.

«No a Ben Ali», «Levantamiento permanente» o «Preferimos la escasez a Ben Ali» le respondieron ayer cientos de manifestantes en la capital, que se congregaron ante el Ministerio del Interior. Las fuerzas policiales dispararon gases lacrimógenos contra los manifestantes para intentar dispersarlos.

La revuelta contra el poder de Ben Ali comenzó tras el suicidio a mediados de diciembre de Mohammed Bouazizi, uno de los numerosos licenciados universitarios que están en paro en Túnez y a quien las fuerzas policiales le impidieron trabajar como vendedor ambulante con el argumento de que carecía de licencia. Los disturbios tomaron progresivamente un carácter político, se extendieron por todo el país y llegaron a la capital.

Los disturbios afectaron también al turismo, sector clave en la economía tunecina, después de que el jueves hubiera actos de pillaje en la estación balnearia de Hammamet. Al día siguiente, ayer, los turistas europeos comenzaron a volver a sus países.

Entre la diáspora tunecina en París, se sucedieron las escenas de alegría por la marcha de Ben Ali. Unas 200 personas se reunieron ante la Embajada tunecina. En el popular barrio de Barbès, donde la comunidad tunecina está muy representada, la sensación de alegría dominaba sobre la de la inquietud por el futuro del país.

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