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IBILIZ IBILI | JESÚS Mª ALQUÉZAR

Alrededor del monte Intxur desde Aldaba

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El monte Intxur ha formado parte de esos destinos montañeros que antaño hacían afición y formaban a los jóvenes en el inicio del montañismo. Es una de las muchas modestas montañas guipuzcoanas que han perdido valor para crear afición y sin embargo están ahí, más o menos transformadas por la industrialización de nuestra orografía y por la humanización, dado que en las vertientes sobreviven caseríos en altura que necesitan carreteras. Pero Intxur conserva diferentes alicientes que justifican volver al reencuentro del pasado, en una excursión cómoda, de recuerdos y muy panorámica, dado que el paisaje que se divisa en todo el itinerario y especialmente desde su cumbre es incomparable, con Gipuzkoa entera controlada.

El alto y pequeño pueblo de Aldaba es el inicio de esta propuesta. El primer punto de encuentro es la original iglesia, que venera a San Miguel Arcángel, de estilo moderno que data del año 1962, cuando Pérez San Román la reformó. En el siglo XII se cree era ermita y en el año 1881 se convirtió en iglesia de estilo gótico vasco. Destaca que el paisaje actúa como retablo, porque en su lugar se halla una gran cristalera, una ventana, un marco a un paisaje incomparable, sobre Aralar y el piramidal Txindoki. Aunque siempre puede verse desde la puerta, y si se quiere visitar por dentro, hay que solicitar la llave en el cercano jatetxe Elizondo.

Pero lo nuestro es caminar por las montañas. El hilo conductor, hoy casi todas la rutas de senderismo están balizadas, es un PR-Pequeño recorrido, el PR-GI 74, cuya ruta guía está disponible en el libro «Senderismo por Tolosaldea». Pero atención, en ciertos lugares, quizá por falta de mantenimiento, algunas marcas han desaparecido y hay que actuar sin considerarlas, pero el itinerario es lógico y fácil de completar. Además esa ruta es la vuelta al Intxur, mientras que lo que aquí deseamos es que se llegue a la cota cimera.

Tras la obligada visita a la iglesia, por detrás veremos la primera marca blanquiamarilla. La travesía es en redondo siguiendo las agujas del reloj. En un principio irá el excursionista en busca del alto caserío-Granja Lopetedi (Lopetegui en el mapa IGN 1:25000 Tolosa 89-1), al que se llega hoy en día por 2 kms de carretera, y que discurre entre un cerrado bosque. Ya en terreno despejado, el cordal cimero se antoja cercano. A partir de aquí el panorama es memorable. Pasando por el medio e interior de la vaquería se inicia el ascenso hacia la cima. No hay marcas en este sector. En el siguiente cruce se toma el de la dercha. Para buscar el paso en el espolón cimero, el PR se inclina más a la izquierda ya que su propósito es dar la vuelta al Intxur. A continuación el mendizale tomará la cuerda que conducirá al senderista hasta la cumbre con buzón, pasando antes por unas trincheras de las murallas, restos de un castro, el segundo acicate de la salida. En este espacio, divisoria de aguas, la vertiente N, es un cerrado bosque, de especies autóctonas y coníferas, por donde circula un ancho camino. Mientras la del S, por donde camina el excursionista, es una verde pradera cercada por varias alambradas que se salvan con cierta dificultad, con el insuperable paisaje que se mejora desde la cima, es un encanto de recorrido.

Allí se situaba en el siglo IV antes d.c., un recinto amurallado y fortificado en altitud de la época Celta. En los restos de terraplenes, fosos y murallas encontrados se sabe que hubo un poblado prerromano de la Edad de Hierro. Era un recinto de 17 ha y allí vivían con todos los equipamientos de la época. Parece que en el conflicto carlista sirvió también de refugio. Está considerado como bien de interés cultural y X. Peñalver y E. Uribarri realizaron en su día intensos estudios arqueológicos.

Y tras la contemplación del exquisito panorama y el merecido hamaiketako, toca al excursionista cerrar el bucle. Buscará en la ladera norte el ancho camino marcado que sin problema alguno comienza a perder altura, pasando por un índice geodésico. Primero supera las antenas de Laberrekieta, luego se cruzará con el GR 21, la caprichosa e inconfundible campa de Madariaga, y la carretera que viene de Albiztur. Penetra el deportista en el tramo quizá más monótono. Un cerrado pinar, que surcado por un ancho y principal camino, pierde altura rápidamente para cerrar el circuito, a través de numerosos lazos. Tras superar el viejo caserío Pagadi a la derecha, se pisan las calles de Aldaba, donde un almuerzo en el jatetxe Elizondo puede ser un merecido «postre» a la excursión.

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