Maite SOROA | msoroa@gara.net
Mayor Oreja les calienta la cabeza
Al que fuera todopoderoso ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja le pirra salir de vez en cuando en los medios, soltar una gorda y regresar a su cómodo exilio en Estrasburgo.
Ayer en «El Imparcial» les ponía el pelo de punta a los suyos: «ETA no se disolverá y Batasuna estará en los ayuntamientos». Ya está organizada.
Y el editorialista cogía el rábano por las hojas y lanzaba su soflama: «Batasuna es parte de ETA. Lo han dicho los tribunales españoles y europeos, lo sabe todo el mundo y lo recordaba ayer por la mañana el ministro Rubalcaba». Un buen argumento ese de «lo sabe todo el mundo». Muy serio y sólido, sí señora.
Y según el escribiente de Ansón, los objetivos de Batasuna son muy claros: «opar el mayor protagonismo mediático posible y procurar por todos los medios tener presencia en las instituciones para recibir las subvenciones con las que financian el terror». Y ¿qué hacen el resto de los partidos con esas mismas subvenciones? ¿O es que sólo hay subvenciones para la izquierda abertzale?
Para adentrarse en los arcanos del pensamiento de tíos así basta repasar varias veces el siguiente argumento: «De ahí que, cada vez que hay elecciones, el brazo político de ETA eche el resto para poder seguir en la brecha política». O sea que presentarse a las elecciones es algo exagerado, casi histérico.
Pero como no puede negar a sus lectores que hay cosas que están pasando, se lo vende matizado: «Hay ruido, efectivamente, pero sólo eso, ruido. Algo que no hicieron ni Mario Onaindía, ni Kepa Aulestia, ni el resto de escasos miembros de ETA que han sido capaces de abandonar la banda terrorista. No les fue fácil, pero lo hicieron. Sin alharacas ni tediosas declaraciones retóricas, demostraron que es posible desligarse de la dictadura del terror y optar por defender sus ideas de forma pacífica». En efecto, no pienso que en la izquierda abertzale nadie esté pensando en imitar a Onaindia o Aulestia. Tengo esa impresión.
Y para concluir lo deja claro: «Batasuna debe renunciar definitivamente a la violencia y rendir cuentas ante la justicia (...) Nadie quiere a Batasuna. Ni la necesita. Salvo, al parecer, algunos políticos del PNV». Eso es nuevo, ¿verdad?