Cuerpos fibrosos, bien bronceados y musculosos. Con estas descripciones, quién diría que se trata del mártir San Sebastián. Coincidiendo en el tiempo con la celebración que tendrá lugar entre hoy y mañana del patrón de la capital guipuzcoana, la sala Kubo-Kutxa del Kursaal presentó ayer «San Sebastián. De lo sagrado a lo profano. Un imaginario contemporáneo», una exposición en la que 45 artistas exhiben su interpretación sobre la figura de este joven soldado. Además de las propuestas transgresoras y provocativas, que son unas cuantas, también se han reunido trabajos más clásicos ligados a la lectura cristiana, sumando un total de setenta y seis obras. Lo único que guardan en común todas las propuestas son las flechas o en su defecto, las heridas que éstas le han dejado en el cuerpo.

Aunque parezca mentira y, según indicó el artista y comisario de la muestra Javier Balda, San Sebastián es, junto con Cristo, la figura masculina religiosa más representada. «En el caso de Jesucristo -matizó-, las reproducciones adquieren el valor de la muerte» pero, por contra, el asaetamiento de San Sebastián ha dado lugar a diversas lecturas desde los años setenta hasta el día de hoy. Precisamente por eso, Fernando Golvano, el otro comisario, afirmó que no resultó nada difícil reunir tantos trabajos y, que incluso, «con todas las que han quedado en el tintero, daría para varias exposiciones más».

La escultura que encabeza la fachada de la Basílica de Santa María en la Parte Vieja donostiarra es la más conocida de la capital. Además de esta pieza, son pocos los lugares, según Balda, en los que se puede ver una reproducción del mártir. «A pesar de que la ciudad lleva su nombre, nos constaba que no se había celebrado ninguna exposición de importancia sobre su imagen y, desde luego, mucho menos desde una mirada contemporánea». En ese sentido, opinó que la figura del patrón «parece que ha quedado desplazada» porque más allá de la celebración pocas son la ocasiones en las que se le hace referencia.

Entre las obras clásicas de la colección, se encuentran las tallas que pertenecen al Patrimonio Artístico de Kutxa, ubicadas en la zona de la entrada. También hay una fotografía en blanco y negro de la fachada de Santa María tomada por la cantante Patti Smith en 2008. Una vez atravesada esta sala, la imagen del santo mártir evoluciona hasta alcanzar connotaciones insospechadas.

Erótico y, por qué no, sexual

Conscientes del contenido erótico -a veces incluso sexual- de las representaciones más atrevidas, advirtieron de que no hay intención de ofender a nadie y recordaron «que el arte no conoce límites».

Entre las propuestas hay vídeos, aunque la mayoría son esculturas, fotografías y algún que otro collage. De esta última técnica se ha valido el artista Bernardi Roig para ilustrar con su composición «San Sebastián» (1996) a un hombre herido por las flechas. La imagen pasaría inadvertida si no fuera por la media docena de saetas que tiene clavadas en su pene. Pero no se asusten porque según Golvano, «es la celebración de la liberación sexual».

Pierre et Gilles también han reflejado a un hombre, aunque en este caso se trata de un cuerpo «fibroso y musculoso, que se aleja de la figura tradicional», según Golvano. En la fotografía pintada titulada «Saint Sébastien de la Guerre» (2009) se ve a un marino vestido únicamente -a juzgar por el bello púbico que el protagonista deja entrever- con un gorrito blanco y un pañuelo azul al cuello. Con un rostro angelical, el chico parece ignorar los aviones de guerra que sobrevuelan su cabeza. «Se trata de un enfoque totalmente innovador. Aquí -añadió el comisario-, lo doliente tiene connotaciones sublimes llegando a reflejar un exhibicionismo narcisista».

Y las lecturas suman y siguen. El colectivo gay también se fijó en San Sebastián, hasta el punto de convertirse en unos de sus iconos. Considerado hace siglos como el protector de la peste, la fotografía «San Sebastián» (2009) de Pierres et Gilles dibuja al santo como el protector del sida «como una de las pestes del siglo XXI».

Pero no todo iban a ser torsos masculinos. En «Santa Sebastiana» (2005) el artista Marcos López se ha decantado por representar a una mujer semidesnuda que teje ganchillo. Con unas prendas de lana que le tapan lo justo, la mártir sujeta con una mano el ovillo, mientras con la otra se oprime las heridas que le han causado las cinco agujas de tejer que, a saber cómo, han terminado clavadas en sus carnes. Nunca antes tejer un jersey de lana resultó tan peligroso.