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Ni proyectan fortaleza ni generan adhesión

Trece detenidos, once incomunicados y multitud de registros es el balance provisional de las distintas operaciones policiales de ayer. La más mediática, ordenada por Marlaska, juez condecorado y pensionado por el Ministerio de Interior, repitió el manual de propaganda: justificar el operativo como un nuevo ejemplo de «que el Estado no ha cambiado» y añadió el cínico argumento de «que desmantelaba el aparato que imponía sus tesis a Batasuna». Llegando al paroxismo de presentar las detenciones como un «favor prestado» y una «inversión» en Batasuna. Sin rigor informa- tivo ni respeto a la integridad y el buen nombre de las personas arrestadas, nuevamente se repitió un guión que por previsible no deja de ser grave y macabro.

Si las detenciones pretendían demostrar que el Gobierno de Madrid «no ha cambiado», sobraban, no eran necesarias. Su falta de voluntad de aceptar la confrontación política en términos radicalmente democráticos y sin la utilización de la violencia armada es evidente. Si con este operativo pretendían generar una situación de shock y conmoción para adquirir una rápida superioridad sicológica, bloquear la acumulación de fuerzas y someter políticamente la apuesta de la izquierda abertzale, se equivocan. En tiempos de desafíos la conducta española siempre se ha caracterizado por la falta de reflexión constructiva, por usar la cabeza más para embestir que para pensar, por el cuerpo a cuerpo y la estocada, defender lo indefendible con razón y sin ella. No entienden, o no quieren entender, no aprenden o no quieren aprender, que con argumentos políticamente tan débiles y una oferta tan primaria en este país ni proyectan fortaleza ni generan adhesión.

Han logrado que otros once ciudadanos vascos, y decenas de familiares, encaren los días y las noches más largas de sus vidas. Persistirán en la equivocación, pero con la verdad en contra: este país tiene suficiente escarmiento para convertir las flaquezas y la rabia del momento en serenidad intelectual y músculo popular, y recorrer el camino hacia los mínimos democráticos y la libertad.

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