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Explosión en un aeropuerto de la capital rusa

El atentado de Domodedovo rompe el espejismo de la seguridad

El atentado del lunes en el aeropuerto moscovita de Domodedovo ha venido a recordar que Rusia sigue siendo objetivo principal de operaciones armadas. Los investigadores sospechan de la rebelión caucásica y apuntan a una «viuda negra» como posible autora de la acción.

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GARA | MOSCÚ

Los expertos coinciden en que los ataques armados contra civiles en Rusia van a continuar después de que el atentado suicida que el lunes costó la vida a 35 personas haya volatilizado el espejismo de la seguridad en la Federación Rusa y haya recordado a las autoridades y a la población que el país, que será sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 2014 y de la Copa del Mundo de Fútbol en 2018, es y seguirá siendo objetivo principal de determinadas acciones mientras persista no cambie la inestable situación en el Cáucaso Norte.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, afirmó ayer que el «terrorismo» sigue siendo «la mayor amenaza» para Rusia, y apeló a «liquidar» a los responsables del último atentado en Moscú, al tiempo que prometió reforzar la seguridad en torno a los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Sochi, a unos cientos de kilómetros del Cáucaso Norte. Pidió también dimisiones por las «caóticas» medidas de seguridad del aeropuerto que, según dijo, facilitaron el atentado.

«Todo esto va a continuar», señaló a AFP Alexei Malashenko, especialista en el Cáucaso de Centro Carnegie. A su juicio, «la crisis social en el Cáucaso Norte y la brecha entre sociedad y autoridades, multiplicadas por el factor religioso, son la fuente del terrorismo. La religión no es la base de este fenómeno, pero juega un papel estimulador».

La primera guerra de Chechenia (1994-1996) enfrentó a las fuerzas rusas con los independentistas, apoyados por islamistas llegados de otras zonas del Cáucaso y del extranjero. Tras la segunda guerra de Chechenia, iniciada en 1999, la rebelión independentista se fue islamizando y superando las fronteras chechenas hasta transformarse en un movimiento islamista activo en todo el Cáucaso Norte.

Este movimiento, llamado ahora Emirato del Cáucaso, reúne a las distintas facciones rebeldes que operan con autonomía en las diferentes repúblicas. Fue fundado en 2007 por Doku Umarov, quien proclamó la yihad en todo el Cáucaso Norte. Los observadores consideran a este movimiento el heredero de la estrategia del difunto líder guerrillero Shamil Basayev.

El Emirato del Cáucaso ha reiterado con regularidad que los civiles en Rusia son un blanco legítimo de sus ataques.

Este movimiento es el que ha cometido o al que Moscú responsabiliza de los atentados ocurridos en Rusia en la última década.

Pista caucásica

También en el caso de la explosión de Domodedovo, que no ha sido aún reivindicada, los investigadores apuntan a la pista caucásica y a la autoría de una mujer kamikaze, una «viuda negra». Las indagaciones preliminares señalan que la acción probablemente fue cometida por una kamikaze acompañada de un cómplice, un procedimiento que los investigadores califican de «normal» en el caso de los rebeldes norcaucásicos.

110 personas siguen hospitalizadas, 43 de ellas en estado grave.

Según explica Malashenko, el año 2010 se caracterizó por el atentado que mató a 40 personas en el metro de Moscú, imputado a dos «viudas negras», y las espectaculares acciones contra el Parlamento de Chechenia y contra los presidentes de Ingushetia y de Kabardino-Balkaria, en el Cáucaso Norte, donde los enfrentamientos armados, explosiones y ejecuciones son cotidianos.

Editor del sitio especializado El Nudo Caucásico, Grigori Chvedov, contabilizó 192 explosiones y atentados en 2010 en Chechenia, Ingushetia y Daguestán, veinte de ellos cometidos por kamikazes y con un saldo total de 600 muertos. «La situación en el Cáucaso no mejora. Los atentados terroristas continuarán», aseguró Chvedov.

Para Alexander Goltz, especialista en cuestiones de seguridad, el atentado de Domodedovo es un fracaso de los servicios especiales rusos. «La única manera de evitar un acto terrorista es infiltrarse en los círculos terroristas. El directos del FSB (servicios secretos) informa cada año de que se evitan muchos ataques, pero es un farol. El trabajo de los servicios especiales es evitarlos completamente», afirmó.

Según la prensa rusa, el FSB fue advertido hace varios días de una amenaza de atentado contra un aeropuerto de Moscú, pero fue incapaz de interceptar a los directamente implicados.

El pesimismo de los analistas es compartido también por el diputado Genadi Gudkov, vicepresidente del comité de seguridad de la Cámara Baja del Parlamento, quien manifestó que «teniendo en cuenta los problemas estructurales que tenemos en este país -corrupción, ausencia de justicia, tensiones sociales- las manifestaciones extremistas y el terrorismo son inevitables».

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