Nafarroa Bai es la aportación política más eficiente que se ha realizado en la confrontación política tanto en lo que respecta al cambio político en Navarra, como en lo que respecta al abordaje democrático de la territorialidad vasca.

Nabai constituye en ambos temas -cambio político en Navarra y territorialidad- una innovación sustancial tanto desde el punto de vista de los principios y la teoría política, como desde el punto de vista de la práctica.

En el plano teórico de los principios, NaBai al haber aceptado, simbolizado y promovido el ámbito de decisión política de Navarra como marco de su actuación, ha potenciado una visión dinámica de Navarra, frente a las dos visiones estáticas contrapuestas: la del navarrismo antivasco (...). La del autodeterminismo de sujeto y momento único, vascongadizante o bizkaitarrista. (...)

En el plano práctico, nunca el abertzalismo había alcanzado la segunda plaza en el ranking de las fuerzas políticas en toda Navarra, aunque es bien cierto que en Iruña sí: fuimos por dos veces HB la segunda fuerza y una vez más EH; segunda plaza que ahora lo ha sido NaBai con ocho concejales frente a dos de ANV, que concurrió legalmente.

(...) ¿cómo puede haber abertzales que atacan a NaBai con tanta animadversión? ¿Por qué no ha pedido nunca su entrada en NaBai Batasuna o el espacio político que representa? ¿Por qué no ha tratado de levantar su propia opción con la previsión y el derecho de alcanzar la legalidad? (...)

NaBai tiene que ser necesariamente una alianza electoral entre partidos y fuerzas políticas diferentes, porque sus principios teóricos están basados en la defensa de la pluralidad inherente a la sociedad navarra. (...)

El documento Lortu arte y el principio de «acumulación de fuerzas soberanistas» base del mismo choca frontalmente con la visión del derecho a decidir como una reclamación transversal común a diferentes ideologías e identidades, que es una base teórica de NaBai.

En la actual sociedad vasca, europea y plural las señas identitarias no son, ni pueden ser, estructura suficiente de acción política común; dicho en otras palabras, entre los abertzales, como entre los que no lo son, hay gente, objetivos y organizaciones de izquierda y de derecha. Querer reducir la cohesión política a opciones soberanistas o de cualquier actitud identitaria está obsoleto y, lo que es peor, resulta disfuncional. Es un intento completamente legítimo y lo respetamos, pero no lo compartimos y por lo tanto lo tenemos que combatir políticamente. EA debería elegir.

Por su parte el documento Euskal Herria ezkerretik, cuyos ámbitos de actuación abarcan expresamente a Navarra (aunque no a Iparralde) (...), constituye también una opción contraria a lo que es NaBai. (...)

¿Cómo es posible entonces que una organización como Batasuna, que no ha pedido nunca la entrada en NaBai, se alegre, alabe y enaltezca la resolución de EA de mantener los acuerdos Lortu arte y Euskal Herria ezkerretik a la vez que además afirma estar dispuesta a seguir en NaBai? (...)

Batasuna, la otra sensibilidad de la izquierda abertzale, ha cometido el gran pecado político de haber despreciado el mayor avance democrático por la territorialidad vasca frente a la derecha navarra. Un avance dinámico, diacrónico y democrático. El pecado es que la pieza a abatir no está en el monte; es el monte.

Este debate político se nos ha tornado agrio y doloroso. Pero lo haremos civilizadamente y reconociendo y testimoniando que solo esgrimen la palabra los Gorka, Mariné, Txelui eta abar, que debaten con nosotros. Sabemos que por la libertad se hace más en muchas ocasiones desde la cárcel que desde los boletines oficiales.