Maite SOROA | msoroa@gara.net
A vueltas con el «caso Faisán»
Ya comentamos ayer que ese llamado caso Faisán iba a dar juego en estos días de gran agitación política, cuando se habla sin cuchicheos de la sucesión de Rodríguez Zapatero.
Luis María Ansón, en «El Imparcial», apuntaba una nueva posibilidad: «Las lenguas de triple filo que se agitan en Ferraz secretean a voz en grito que el «caso Faisán» ha remontado el vuelo porque Zapatero está harto del progreso de Rubalcaba y quiere segarle la hierba bajo los pies. Se trata de una especulación. Pero la idea ha cundido y son muchos los que siguen expectantes el nuevo vuelo de ese faisán que puede poner en serios aprietos la estabilidad de Rubalcaba.»
La verdad es que la tesis parece un tanto conspirativa y demasiado alambicada, pero Ansón insistía: «la clave de la actual especulación, que carece de información contrastada, es saber si estamos ante una maniobra del think tank monclovita para cortarle las alas a Alfredo Pérez Rubalcaba. Los entusiastas de Zapatero se han quedado atónitos ante lo que está ocurriendo. Rubalcaba es ya el copresidente del Gobierno y hasta las ranas del estanque del Retiro aseguran que en unos meses, tal vez en unas semanas, se convertirá en el sucesor del presidente circunflejo. Salvo que el «caso Faisán» le cubra de oprobio y tenga que resignar su posición privilegiada». O sea que ZP no se quiere ir a casa.
Pilar Cernuda, en «Diario de Sevilla» y «Diario de Jerez», rebajaba la responsabilidad de Rubalcaba, aunque le exigía que tomara medidas quirúrgicas: «está obligado a dar explicaciones, a tomar medidas, a sajar si hace falta sajar. Porque no se puede tolerar que el número dos de su Ministerio, el responsable directo de la lucha antiterrorista, que además es fiscal de profesión, sea el aparente inductor de la operación». Ya tienen una cabeza de turco.
Pero Edurne Uriarte, en «Abc», no estaba para contemporizar ni templar gaitas: «la reactivación del caso tiene el gran valor ético y democrático de congelar las risas. Incluso en el supuesto de que el juez no pueda desvelar toda la verdad, la posible colaboración del Estado con los terroristas volverá, al menos, al lugar que le corresponde. Al de un enorme escándalo democrático». Cosas del tiempo preelectoral.