Regreso de Txarrena
«Me gusta el mundo de la farándula, ser el foco de atención»
Voz de Txarrena
Enrique Villarreal nació y reside en el barrio iruindarra de Txantrea, y lleva media vida vinculado al rock de Barricada, donde responde al sobrenombre de El Drogas. Con la banda madre en reposo, el carismático artista vuelve a la carretera con Txarrena, proyecto paralelo con el que publica “Azulejo frío”.
Anartz BILBAO | BASAURI
Tras casi dos décadas de silencio, Enrique Villarreal, El Drogas, desempolva Txarrena, vía personal y paralela a Barricada que puso en marcha en 1992 con un trabajo homónimo, para publicar el próximo lunes, 8 de febrero, «Azulejo frío», con la noche como temática y un sonido muy potente.
Además de El Drogas, quien se encargará de la voz y las lentejuelas, le acompañan en Txarrena el Flako Trigenio y Txus Maraví, de La Lengua de Trapo, al bajo y a la guitarra, y de Brigi Duque, vocalista de Koma, a la batería. El 4 de marzo tocarán en directo en la sala Totem de Atarrabia para actuar después, en Kafe Antzokia de Bilbo (día 11) y la sala Jimmy Jazz de Gasteiz, el 18 de marzo.
Txarrena revive remodelado... ¿para ocupar los tiempos muertos de Barricada?
Viene a ser una especie de descanso no de Barricada, sino de un trabajo concreto e intenso que nos ha llevado siete años [en referencia a «La tierra está sorda»]. Sin cambiar de botella de oxígeno, tomo un poco de aire, y sigo enredando en esto del rock & roll. Me gusta juntarme con gente diferente para seguir estando encima del escenario. Txarrena es la excusa que tengo para ello.
Por su temática, «La tierra está sorda» habrá supuesto un gran esfuerzo. ¿Necesitaba distanciarse de ello?
No, yo me he encontrado muy cómodo trabajando en esta temática tan trágica que es la Guerra Civil y todo lo que rodeó al Golpe de Estado; continúo pillado por el tema. Además, siempre he entendido que el rock & roll, la manera de expresarme que he tenido junto con otra gente, debe de ser una manera transgresora de tratar la temática -musicalmente también, pero todo se va asimilando, sería un tema largo-, de reflejar lo que uno siente o lo que a uno le llega. En ese aspecto, la historia de Txarrena es más liviana que «La tierra esta sorda», de Barricada porque tenía que ser así, me apetecía hacer una historia menos densa.
Historia que lo mantiene en la carretera. ¿Tiene el directo como necesidad vital?
Sobre todo es la familia la que necesita que yo esté «activo». Si estoy más de una semana en casa es un problema, la «socia» va llamando a los estudios de grabación que hay en Iruñea, preguntando por si hay algun grupo grabando que necesite corista. En fin, ¡en casa debo de ser inaguantable! (risas).
Txarrena, su actual proyecto, lleva varios años en proceso.
Van dos años desde que comenzamos a enredar en el local, hemos hecho alguna actuación en directo. Vimos que era el momento de grabar y lo hicimos el pasado noviembre, aprovechando que íbamos a parar con Barricada. Es el problema de este tipo de bandas, pues aunque Barricada pare, Koma publicará en marzo un nuevo disco [su vocalista, Brigi, es el batería de Txarrena]. ¡Es un bendito Cristo!
El anterior quedó atrás hace casi dos décadas. En medio quedan las canciones...
En «Azulejo frío» hay canciones que han sido compuestas dos meses después del primer disco de Txarrena, hay alguna que ensayé con La Venganza de la Abuela, pero que por temática no incluí en aquel proyecto, y la última canción fue compuesta seis meses antes de entrar a grabar. Casi 18 años de una a otra. Muchas están creadas con la acústica, y las hemos destrozado entre los cuatro en el local, dándolas forma y uniformidad, tanto a las de este disco como a las del anterior, con el sonido de la banda actual.
¿Qué asemeja estas canciones a las de Barricada y qué las singulariza?
Lo importante es que estoy trabajado con otra gente; y con la forma que tengo de hacerlo, busco que cada cual aporte lo suyo, es fundamental. Por lo que no me es igual si el proyecto está más cerca o más lejos de Barricada. Habrá quien dirá que estas son nuestras canciones de deshecho, pero no me importa, pues nunca las he llevado a Barricada, donde nunca las han escuchado. Las canciones las voy enredando en casa a mi bola; y de algunas tengo hasta siete versiones.
«Azulejo frío» sigue hablando de la noche...
Me ha apetecido darle una unidad temática a «Azulejo frío», muy relacionado también con el primer disco de Txarrena. Entonces eran las vivencias nocturnas en la calle, y tras 18 años son las vivencias mentales nocturnas las protagonistas, a qué te lleva el estado de insomnio. A la hora de componer y de escribir, me gusta mucho ese momento de confusión; de realidad e irrealidad. Quien haya tenido noches de insomnio enseguida entenderá lo que quiero decir.
¿Insomnio? ¿Es de los que se activa de madrugada?
No tengo reloj. El día empieza para mí con el café y la ducha, es igual a qué hora sea. Hasta entonces es la noche, en la que puedo estar transitando -me pongo a escribir porque la cabeza me lo pide y sé que será una noche en blanco-, hasta que comienza el día. El agua hace que se me quite esa confusión entre realidad e irrealidad, con el café y la ducha rompo esa línea.
Compone en casa, ¿en una «habitación de los jugetes»?
En la habitación donde compongo, con mis instrumentos y rodeado de mis libros y mis vinilos, es donde paso más tiempo de mi vida desde que tengo un cuarto para mí, aunque es un desastre. Para crear, componer... en fin, para arrancar es necesario ese espacio que a veces te escupe o te susurra, o te habla roncamente a ti; no sé si eres tú mismo o la habitación lo que te permite avanzar con un boli y el papel en blanco o la guitarra y el rec. Allí solo entra la «socia» o la hija para llamarme a comer, aunque si no voy han aprendido a no esperarme.
Txarrena es una formación robusta, integrada por... ¿cuatro amigos?
Si no se me hace difícil trabajar, lo hago así desde siempre. Las relaciones personales dan cohesión y coherencia a lo que después se refleja en directo, tiene que ser así. Si compongo una canción son sólo apuntes; espero que la aportación de los músicos vaya a darles más cuerpo. Y los músicos de Txarrena tienen muy buen gusto y mucha intuición.
En directo, ¿tocará el bajo o se limitará a cantar?
Me encuentro muy a gusto tocando el bajo como no tocándolo. Con Txarrena, el día que me apetezca tocaré la guitarra, pues es otro rollo y me da pie a salir con una máscara, como en La Venganza de la Abuela. Además, en cuanto a repertorio, será como en Barricada, mi referente, donde me gusta hacer los bloques de canciones en la furgoneta. Sino sería más aburrido que el copón: mismo orden, los mismos comentarios... Me empezaría a pesar. Un punto de inseguridad es necesario porque es lo que consigue que cada bolo sea diferente. La verdad es que el mundo de la lentejuela en sí, el de la farándula, el de ser el centro de atención, me gusta. Al fin y al cabo, vengo de la historia de Alice Cooper en los setenta.
¿Concibe Txarrena como un proyecto puntual o pretende asentarlo en un futuro?
Con Barricada estamos muy bien en Get In y con Txarrena en Last Tour, en vez de con Dro hemos grabado con Maldito Records Me apetecía cambiar de ambiente y seguir enredando, este oficio te lo permite. Mi objetivo es tocar y disfrutar de este proyecto, luego ya veremos. Antes no lo hacía, y con la edad que tengo no puedo hacer planes a largo plazo. Quiero vivir el presente.
«Me gusta juntarme con gente diferente para seguir estando encima del escenario. Txarrena es la excusa perfecta que tengo para ello»
«Sobre todo es la familia la que necesita que yo esté activo. Si estoy una semana en casa es un problema. ¡Debo de ser inaguantable!»
«Trata de las vivencias mentales nocturnas; a qué te lleva el estado de insomnio. Me gusta mucho ese momento de confusión, de realidad e irrealidad»
«Siempre he entendido que el rock & roll debe de ser una manera transgresora de tratar la temática, de reflejar lo que uno siente o lo que a uno le llega»
Además de sobre Txarrena, hablamos con Enrique Villareal de temas que se apartan del inminente lanzamiento de «Azulejo frío» y que trascienden de la música, pasión a la que van unidos sus intereses, aunque reconoce que ya no está en la calle como estaba antes,
El año pasado Barricada grabó una canción en euskara para la emisora Gaztea. ¿Cómo fue la experiencia?
Hicimos «Bihar berdin izanen da», la versión de «Mañana será igual». Yo no lo hablo, pero hace muchos años cantamos una versión del «Pakean utzi arte» de Hertzainak en directo, y a partir de ahí siempre hemos mantenido una relación especial con el euskara. Con Txarrena, en la primera época, hicimos el tema «Lasai, lasai» para IKA.
¿Podría hablarnos del singular proyecto Mochila 21, en el que también está inmerso?
El proyecto surge de Mikel Barullas, guitarrista zurdo de Tijuana In Blue, músico desastroso y una persona única. Trabaja, a través de la música, con un grupo de mozos con sindrome de Down y me invitaron a participar en una fiesta puntual hace algunos años, para lo que ensayamos una canción. Pero al año siguiente invitaron al Piñas de Marea, un terremoto total. Barullas y el Piñas juntos son una bomba de relojería y al final, hemos compuesto una banda, Mochila 21 -la han bautizado ellos-. En total somos unas diecinueve personas, trece con sindrome y el resto no se con qué. Hemos hecho un repertorio de versiones, Kutxi de Marea ha compuesto un tema. Ahora le vamos a entrar a Fito para que colabore. En directo es una gozada, las actuaciones son apoteósicas. Estoy aprendiendo mogollón, aunque ahora con la promo de Txarrena estoy perdiendo ensayos. «No te preocupes», me dicen ellos, «te guardamos el sitio». A. B.