Amparo LASHERAS Periodista
El aburrido tango de Merkel y Zapatero
París se ha quedado vacío. Del erotismo provocador de los años 70 sólo le queda el tango que compuso Gato Barbieri para el film de Bernardo Bertolucci «El último tango en París». María Schneider, protagonista del film junto a Marlon Brando y la musa más transgresora del cine francés, murió el jueves a los 59 años, víctima de un cáncer. Después de la muerte de Brando en 2004 y los azarosos silencios cinematográficos de María, las calles y los inviernos de París se quedaron sin amantes decadentes, sin el deseo de una atracción sexual, tan brutal y autodestructiva como la condición humana. Brando, desesperado, perseguirá a la Schneider eternamente por los puentes de París y ella seguirá huyendo sin poder amarle. El cine es así, lo contrario de la realidad, que siempre contiene imágenes más crueles y destructoras que un hombre y una mujer atrapados en una pasión perturbadora. Sólo hay que rebobinar la memoria televisiva de esta semana y encontrarse con Angela Merkel y José Luis R. Zapatero para darse cuenta de que todo lo que se dice sobre la erótica del poder es una leyenda urbana, inventada por los asesores de imagen para poner una nota de oscura frivolidad al inmenso aburrimiento sexual que inspiran sus miradas y sus voces. Lo estremecedor no es que ambos sean desagradables o no tengan atractivo... es la historia que cuentan, las mentiras que proclaman, el abismo de explotación al que quieren precipitar a la clase trabajadora, mientras ellos, los banqueros y algunos sindicatos, con mantequilla o sin ella, se lo montan en privado. Nosotros, en cambio, bailaremos con Marx en calles libres.