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REVUELTAS POPULARES EN EL MUNDO ÁRABE

El islamismo político como factor de cambio en Egipto

 

Dabid LAZKANOITURBURU

El islamismo político es sin duda uno de los principales agentes a tener en cuenta en el escenario inminente en Egipto.

Tanto es así que todos los analistas coinciden en augurarles como mínimo un 30% de votos el día en que el mayor país árabe celebre unas elecciones democráticas, lo que les confirma como la primera fuerza política.

Pero para eso no hacen falta encuestas. El opositor Mohamed el-Baradei intenta hace valer su discutido liderazgo incluyendo la firma de la hermandad islamista en su carta de presentacón.

El propio régimen herido reiteró ayer sus insistentes llamamientos a los Hermanos Musulmanes para que se avengan a negociar una solución transitoria que permita a Mubarak salvar la cara y a su régimen, los lujosos muebles que ha adquirido todos estos años.

Unos y otros, y pivotando sobre todos ellos EEUU, intentan, pues, negociar con el «diablo», dando muestras de un realismo que choca, sin duda, con los exabruptos islamofóbicos que se escuchan por boca de muchos «analistos» por estos lares.

No se han dado cuenta estos últimos de que la cruzada antiislamista de Mubarak no era sino la excusa para apuntalar su poder ante Occidente. Y de que Occidente agita el fantasma islamista -con una aplicación extensiva del apelativo «terrorista»- para mantener su status quo en Oriente Medio.

Los Hermanos Musulmanes son actualmente una fuerza política también pragmática, como lo muestra el hecho de que renuncian a aspirar no ya a la Presidencia del país sino siquie- ra a ocupar cargos en el futuro Gobierno.

El islamismo de los Hermanos Musulmanes se parece en muchos aspectos, y salvando las distancias, a las democracias cristianas europeas. Otra cosa es pretender que se quede unánimemente quieto cuando es salvajemente atacado o cuando afronta situaciones de ocupación como en Gaza (Hamas era originariamente los Hermanos Musulmanes de Palestina).

Un movimiento político gradualista, que respeta la propiedad privada (burguesía del Zoco) y que defiende, sin duda, una visión rígida e hipócrita en cuestiones morales y religiosas. Y que tiene muchos seguidores entre las clases media-baja y baja por su ingente labor social y asistencial, en la que ha suplido la inacción del corrupto régimen egipcio.

Un movimiento, en definitiva, que tiene su propia agenda y que incluye el establecimiento de una nueva política internacional no plegada a los intereses occidentales (y de su gendarme israelí). Es lo que está pasando en la Turquía de los islamistas del AKP. Y es lo que preocupa en el escenario egipcio.

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