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Maite Ubiria | Periodista

Alliot-Marie lo puede explicar todo, pero...

Es la frase un tanto balbuceante que ha utilizado la ministra de Exteriores francesa tras salir a la luz su affaire con un ricachón tunecino.

No me entiendan mal, no pretendo meter cizaña en la relación íntima entre dos ministros franceses. A la sazón entre Michèle Alliot-Marie y el ministro adjunto al jefe de gabinete, su compañero Patrick Ollier.

Sólo trato de dar reflejo al escándalo que ha aireado «Le Canard Enchaîné», un semanario satírico que fustiga al poder sin caer en complacencias. Rara avis en el panorama comunicativo hexagonal.

Nuestra MAM viajó a Túnez para despedir el año en un ambiente de relajado lujo. Un merecido descanso para la dirigente derechista, que encadena puestos al frente de ministerios desde la presidencia de Chirac.

Su carrera política, claro está, data de más atrás, y se declina, como es sabido, en insignia tricolor, aunque la flor de lis no desentonaría como complemento en el currículum de la política vasca más influyente.

De hecho, arrancó como suplente de su padre, diputado por el departamento de Pirineos Atlánticos, en 1986, y desde entonces es electa de la Asamblea Nacional, aunque por sus ocupaciones en el Gobierno haya calentado poco o nada su escaño.

La prensa gala desgrana estos días con detalle cada escalón que ha subido. Y, seguramente con «hambre atrasada», hace ascos -¿ porqué no en nombre de esos casi cuatro millones de franceses que no tienen una vivienda digna?- a ese perfume elitista que rezuma la vida de esta servidora pública de quien la sociedad vasca sigue esperando que «lo explique todo», también sobre la desaparición de Jon Anza.

«Para triunfar en Francia hay que venir de Neully», sentencian las plumas más corrosivas, porque en esa Suiza del extrarradio parisino estudió la lohizundarra, porque de esa ciudad de alta renta per cápita fue alcalde un tal Nicolas Sarkozy.

Alliot-Marie viajó a Túnez, donde fue agasajada por un rico, hoy en apuros, se hospedó en su hotel, y no encuentra la factura.

Alliot-Marie «lo puede explicar todo», pero quien parece harto de atender a sus razones es el primer ministro Fillon, que hace nada ya debió bloquear in extremis el envío desde Orly de un cargamento de gases lacrimógenos con el que MAM quiso ayudar a un dictador, ahora en fuga, llamado Ben Ali.

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