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A por el 61% de la población que no invierte en fondos de pensiones

La reforma de las pensiones públicas provocará una reducción de las mismas y un acceso cada vez más difícil en un futuro cercano. Los fondos privados ya se postulan para atraer al 61% de la población que cree sólo en el sistema público o no puede ahorrar para invertir.
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Juanjo BASTERRA

La conexión directa entre la reforma de las pensiones y el negocio privado de las mismas está claro y cada vez es más evidente y directo. El Gobierno español ha cedido a los especuladores financieros en todos los terrenos. Las entidades financieras quieren disponer de esos fondos para negociar abiertamente en el mercado con los fondos de los demás. Esta misma semana, la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) publicó el número cien de la revista «Perspectivas del Sistema Financiero». Ignacio Eyries García de Vinuesa, de la compañía de seguros Caser, escribe que los seguros y las pensiones privadas captaron en 2009, «el 15,2% del ahorro financiero de las familias» del Estado español y advertía de que el patrimonio gestionado a través de los planes y fondos privados de pensiones ascendió en 2009 a 86.019 millones, aunque en setiembre de 2010, última referencia de la patronal del sector Inverco, ascendía a 84.626,6 millones.

Eyries García de Vinuesa recuerda en esa publicación de Funcas de la necesidad de la reforma de las pensiones, y plantea -como al final han pactado Gobierno español, CCOO, UGT y la patronal- «la necesidad de completar el sistema público con el ahorro privado, a través de modelos que combinan un sistema público de pensiones, un sistema de capitalización obligatorio y un sistema de ahorro individual voluntario». Para el responsable de Caser «el sistema obligatorio de capitalización -privado- sería a través de un fondo de pensiones a nombre del trabajador, al que aportarían tanto éste como el empleador, siempre que la persona ocupada superase un mínimo nivel de ingresos, de forma que el trabajador sea el propietario del plan de pensiones».

La financiación de ese sistema procedería de «las cotizaciones sociales reducidas del primer soporte -público- y trasladadas a la capitalización de ese segundo -privado-». Además cree que la tercera pata de ese modelo estaría en «los actuales fondos pensiones privados, para los que convendría aprobar nuevos incentivos fiscales que promovieran el ahorro voluntario, tanto individuales como empresariales».

Este impulso privado obedece, como explica en el artículo, a que en el «Observatorio de Pensiones que Caser realiza anualmente se pone de manifiesto una preocupante realidad: un 61% de las personas no ahorra para su jubilación». De ese porcentaje, el 50% dice que no lo hace porque «no es necesario hacerlo porque para eso están las pensiones de jubilación de la Seguridad Social». Ahí está el negocio venidero, en el 30% que confía en la pensión pública. Si se confía en el sistema público, el sector financiero privado se queda sin esa parte de la tarta tremenda. Hay que recordar que la Seguridad Social logró 74.000 millones de superávit en los últimos cuatro años, de los que tres han sido en tiempos de crisis, o que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social acumula unos 66.000 millones.

La conexión con el mundo de la especulación financiera es directa. Hay que recordar que el 22% de las operaciones de inversión que se realizan en el mundo son a través de fondos de pensiones. En esa misma revista, el máximo responsable de Bolsas y Mercados Españoles (BME), Antonio J. Zoido, reconoce que la Bolsa española se ha caracterizado en los últimos 25 años por su «elevado crecimiento» y recuerda que, a pesar de lo que nos digan unos y otros de forma coyuntural, en los últimos 24 años «arroja una rentabilidad media anual acumulada del 15,1%», una cantidad que es impresionante. Ofrece unos cuantos datos al respecto: el volumen de contratación de acciones en la Bolsa española ha pasado de 12.600 millones en 1986 a 897.000 millones en 2009, setenta veces más, lo que representa una tasa media de crecimiento anual acumulado del 20%, alrededor de 12,5 puntos anuales por encima del PIB».

En este tiempo, a pesar de lo que señalan los empresarios y banqueros, «el valor de mercado de las empresas cotizadas se situaba en 39.000 millones en 1986 y se ha pasado a 1,1 billones en 2009, es decir, veintiocho veces más, con una tasa de crecimiento anual acumulativo del 15,7%, el doble que la anotada por el producto interior bruto», explica Zoido. El negocio está en ese mercado bursátil. Se trata de que el dinero de las familias entre ese rueda de la especulación, y las pensiones son fundamentales.

De 10.517 millones a 84.626 millones, pero no les basta, van a por más fondos

En 1994, un año antes de la aprobación del Pacto de Toledo que ha supuesto el deterioro paulatino del sector público de pensiones, los fondos privados acumulaban un patrimonio de 10.517 millones. En 2007, alcanzaron los 88.022 millones y en 2010 han bajado a 84.626 millones. No es suficiente para quienes quieren incrementar el negocio, ya que se inyecta a un fondo privado y hasta dentro de decenas de años no se recupera. De hecho, una parte nunca se obtiene. BBVA tiene un patrimonio en esos fondos de 15.539 millones, que supone un tercio de su capitalización bursátil. No es un tema baladí. Segurcaixa Holding cuenta con 13.710 millones y el grupo Santander cerca de los 8.900 millones. Son cantidades importantes, pero lejanas a otros países, por eso se ponen trabas a la pensión pública para engordar a las privadas. J. BASTERRA

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