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La izquierda abertzale explica por qué los navarros ya no tienen caja

Xanti Kiroga, Mariné Pueyo y Sabino Cuadra presentaron ayer un estudio en el que se analiza la deriva que ha llevado en los últimos años Caja Navarra. En el informe consideran que la entidad se ha desnaturalizado tanto que ya no se puede hablar de una caja propia de Nafarroa. El espíritu de entidad sin ánimo de lucro, gestionada de forma transparente por las instituciones y con vocación social, se ha roto de forma definitiva con la conformación de Banca Cívica.

Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

La fusión de la Caja de Ahorros de Navarra con Caja Burgos y Caja Canarias (a la que se sumó por imperativo estatal Cajasol) ha desnaturalizado tanto la entidad navarra que la izquierda abertzale considera que no se puede hablar de que los navarros posean una caja propia. En su lugar existe Banca Cívica, un banco en el que participan como accionistas minoritarios algunas instituciones, como el Gobierno o el Ayuntamiento de Iruñea. El centro de poder se marchó primero a Madrid, luego irá hasta Sevilla donde Cajasol ha empezado las obras de un faraónico rascacielos, para después diluirse en los mercados a raíz de su salida a bolsa.

La izquierda abertzale ha difundido un análisis, de unos ocho folios, en el que detalla la evolución que ha tenido la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Navarra hasta hoy. Según este documento, en los últimos tres años ha cambiado más que en todo el siglo anterior. La izquierda abertzale señala que las cajas se han caracterizado por tratarse de instituciones privadas con tres rasgos fundamentales: gestión semipública (participación de instituciones en los órganos máximos de administración), vocación social (una parte de sus beneficios deben reinvertirse en obra social), y la carencia del ánimo de lucro (derivada de la ausencia de accionariado).

Lucro, poder y obra social

En Banca Cívica ya nada de esto existe. Si bien es cierto que el Ayuntamiento de Iruñea y el Gobierno de Nafarroa siguen teniendo capacidad decisoria, ésta ha pasado a ser ridícula en el conjunto de la nueva entidad. El peso de toda Caja Navarra ha sido limitado a menos de un tercio. Sobre el papel, la CAN posee el 29,1% de Banca Cívica. Pero con la salida a bolsa esta cifra mermará en favor de accionistas y especuladores. Se prevé entregarles entre el 25% y el 40% del banco para captar nuevos fondos. Primero se barajó el nombre del comprador J. C. Flowers, el favorito de los actuales gerentes de la entidad navarra. Sin embargo, este tiburón financiero norteamericano se lo está pensando desde que entró Cajasol, con unos índices de morosidad por las nubes e intranquilizadoras inversiones en urbanizaciones de la costa andaluza. Ante la espantada de Flowers, Caja Canarias intenta imponer al indio Ram Bhavanini.

Banca Cívica tampoco tendrá la misma vocación social. En la CAN, la campaña «Tú eliges, tú decides» resulta confusa, porque no se sabe dónde acaba la publicidad y empieza la obra social. Lo cierto es que, decida quien decida, las cajas deben invertir el 30% de sus beneficios a parchear las carencias cada vez mayores del estado del bienestar. Ahora, sin embargo, en Caja Navarra los accionistas van a decidir cuánto es beneficio, cuánto se reinvierte dentro del propio banco y cuánto se reparte. Lo harán siempre desde el criterio egoísta en el que se mueve un inversor, como tal. Además, el «Tú eliges, tú decides» resulta muy poca garantía de que los beneficios de la CAN regresen a Nafarroa. Si el núcleo de clientes de Banca Cívica se desplaza, también lo hará su labor social.

Todo esto refleja que Banca Cívica sí que tiene ánimo de lucro y que la desnaturalización es completa y absoluta. El empleo de un 30% del beneficio a la obra social no es sino una perversión del espíritu originario de las cajas. El esfuerzo solidario se puede hacer desde el principio, concediendo más crédito, en mejores condiciones y primando las ideas, aunque suponga asumir riesgos, cuando hay un interés social.

El papel del Gobierno navarro

El análisis de la izquierda abertzale asegura que las Cajas a lo largo de su siglo de historia también se han convertido en «herramientas del caciquismo local». En concreto, han pecado de «falta de transparencia», y de otorgar gran poder y autonomía a los máximos órganos directivos elegidos sin respeto a la democracia interna. La interrelación entre el poder político y la gerencia de la Caja de Ahorros de Navarra ha sido constante y, en esta recta final de su transformación, Miguel Sanz ha sido el principal artífice y alentador de los cambios que se adivinan irreversibles.

La izquierda abertzale indica que fue Sanz quien eligió a dedo a Enrique Goñi para que tomara las riendas de la entidad. El nuevo dirigente asumió el cargo en 2002, dos años después de que la Caja de Ahorros de Navarra (fundada en 1921) se fusionara con la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Pamplona (que nació en 1872).

Goñi -un ejecutivo de dudoso currículum, pero con afán emprendedor- asumió la jefatura de la entidad con bastante oposición interna. Se deshizo de ellos con guante blanco, prejubilando en siete años a 500 trabajadores con elevadas indemnizaciones (la media fue de 600.000 euros). Además, la izquierda abertzale apunta que elevó el sueldo de sus nuevos hombres de confianza «hasta niveles bancarios». El salario promedio de los 13 hombres de la directiva es de 213.076 euros anuales. Además, la izquierda abertzale se hace eco del rumor a voces que corre por Iruñea, de que el sueldo del propio Goñi es de un millón de euros al año.

Sin embargo, Miguel Sanz, en su papel como presidente de Caja Navarra, jugó una carta más antes de anunciar que no volvería a presentarse a las elecciones. Impulsó un proceso de reforma de los estatutos de le entidad, de tal forma que conservaba para él un puesto de carácter vitalicio, por el que cobraría unos 60.000 euros al año (esta cifra nunca se ha conocido con exactitud). La reforma se vendió como la fórmula de regir la caja por «criterios puramente profesionales», recuerda la izquierda abertzale. Tras esta modificación del reglamento interno, la CAN pasaría a manos de un nuevo presidente «José Antonio Asian (PSN, que fue consejero de Economía y Hacienda en el Gobierno de Urralburu».

Por otra parte, la izquierda abertzale recuerda que la CAN ha tenido un papel protagonista en todos los proyectos «urbanístico-cementeros» de los 12 años de gobierno de Sanz, entre los que destacan: el Canal de Navarra, la Autovía del Camino, la venta EHN, Gendulain, etc.

El papel del Gobierno español

El caso de Banca Cívica no es aislado, sino que nace a raíz de «la ofensiva global neoliberal que impregnó a toda la sociedad» a mediados de los 90, señala el escrito de la izquierda abertzale. Según explica el informe, el éxito de las cajas como receptoras de los ahorros de la ciudadanía (con un elevado índice de domiciliación de nóminas) les empujó a emprender dinámicas de corte especulativo. Las cajas llegaron a conceder el 70% de los créditos al sector inmobiliario y a especular en bolsa. En consecuencia, la crisis les golpeó con dureza.

La izquierda abertzale ve presiones por parte de la patronal (CEOE) y del Banco Central Europeo para que el Gobieno español diseñara la forma de convertir las cajas en bancos y quebrar su vocación social. Ocurrió en julio pasado con la modificación de una ley para permitir a las cajas ser privatizadas hasta el 50% y segregar su obra social a fundaciones. En paralelo, el Gobierno español aprobó un fondo de reestructuración, dotado con 90.0000 millones de euros, el FROB, para facilitar la fusión entre las entidades y su conversión a bancos.

Frente a ello, la izquierda abertzale volvió a reivindicar una caja para Nafarroa que sea pública, transparente, democrática, donde se refuerce su vocación social. Reclamó una auditoría y la apertura de relaciones de CAN con el resto de cajas vascas. Asimismo, exigió que se determinen responsabilidades.

Despidos

En la primera fase de la reestructuración pactada de la CAN, 160 personas van a ser despedidas o prejubiladas. El Estado lo tramitó como ERE a pesar de que la entidad sigue en beneficios.

capital privado

La izquierda abertzale manifiesta su rechazo frontal a la entrada de capital privado en Caja Navarra e insiste en potenciar su titularidad pública. Reclama un sistema de finanzas propio para Nafarroa.

test de estrés

El fracaso del test de estrés el pasado año, ha disparado los acontecimientos. Banca Cívica no pasó su examen de solvencia. Su ratio era de 4,7% y el exigido era de 6%. Caja Navarra dilapidó sus negocios y vendió oficinas para tratar de conseguir dinero líquido.

participaciones

Para recabar fondos, Caja Navarra vendió su participación en la Autovía del Camino, Guascor, Barón de Ley y en diversas compañías de seguros. Además, vendió paquetes inmobiliarios.

nuevos cargos

A raíz de la modificación de estatutos impulsada por Sanz, se dio voz y voto en el Consejo General de Caja Navarra a empresas privadas como la editora del «Diario de Navarra» y a la Volkswagen.

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