Zabaloetxe trabaja por la integración a través de la formación y el deporte
Con un club federado en atletismo y dos de fútbol, han llenado de trofeos el Centro de Menores Zabaloetxe en Loiu. Un proyecto con el deporte como fórmula de salud que promueve la integración y la convivencia y ha terminado generando además interesantes resultados deportivos.
Miren SÁENZ I
El Centro de Menores Zabaloetxe acoge en la actualidad a un centenar de chavales, que llegaron al Estado español a bordo de pateras o escondidos en camiones buscando un futuro mejor o al menos distinto. Procedentes de Marruecos, Argelia, Costa de Marfíl, Guinea, Senegal, Mali, Pakistán... conviven en el Colegio San José Artesano, dirigido desde hace 30 años por el navarro Carlos Sagardoy. La mayoría reciben formación en distintos institutos de la zona y un 80 por ciento practican algún deporte, en algún caso incluso con resultados relevantes.
De allí, por ejemplo, ha salido el actual campeón europeo junior de cross, Abdelaziz Merzougui, tras imponerse en diciembre en La Albufeira. Nacido en Sidi Ifni en 1991 y animado por su vecino Ayad Lamdassem, con hueco en las competiciones internacionales en donde va labrándose una trayectoria, sus habilidades deportivas, como a su compatriota, le facilitaron la nacionalidad española que obtuvo hace casi un año.
Merzougui ha encontrado en el atletismo una forma de vida. Instalado temporalmente en Lleida, tiene ficha con el Camargo, el mismo club que el vasco Iván Fernández o el eritreo Kidane Tadese. Ayer fue tercero en la clasificación individual del cross corto en el Campeonato de España de clubes, lo que fue decisivo para que su equipo se alzara con la medalla de oro de esta modalidad.
Este invierno ha regresado a Euskal Herria para repetir en el Cross de Reyes de la Gimnástica de Ulia y en Zornotza, y por supuesto pasó por Loiu. «Le va bien, su vida ha mejorado y tiene mucho contacto con nosotros», asegura Hassan Reddad, el encargado de diseñar el plan deportivo del centro, en el que Abderraman Nadir ejerce de entrenador de fútbol 7, mientras Jaouad Bouchra se encarga del fútbol 11.
«Somos entrenadores y educadores», define Reddad, responsable del equipo de atletismo. A principios de la década ejercía en su país como corredor de 3.000 y también cuando se instaló en Bizkaia y vistió la camiseta de EHU-UPV, el equipo que dirige Jesús Rubianes con el que ahora colaboran e intercambian atletas. A Reddad, de 28 años, le sacó de las pistas una lesión de espalda -su última carrera data de la edición de 2008 de la Aste Nagusia Hiri Krosa bilbaina-, pero para entonces ya estaba involucrado en el proyecto de Zabaloetxe. El ahora técnico marroquí deja claro que no se trata de crear campeones. Si salen, bien, pero el objetivo de la agrupación es otro, transmitirles unos valores y potenciar la integración y la convivencia. Por eso es importante «que tengamos más Josebas y Markeles, para que ellos aprendan de nosotros y nosotros de ellos. Este club no es para los marroquíes, es para todos», dice.
Con una oferta de cursos que va desde la fontanería a la peluquería, pasando por otras ocupaciones, los menores compaginan la formación profesional con la música, el teatro o el deporte sujetos a la disciplina horaria. «Los estudios son lo primero. La persona tiene que estar formada y tener educación. Además hay que esforzarse y trabajar», insiste Reddad.
Con la mayoría de edad, al cumplir los 18, abandonan este centro íntegramente masculino, aunque en gran parte de los casos siguen en contacto. Con los atletas es fácil, se juntan en las competiciones, se mantienen conectados a través de las redes sociales o incluso conviven juntos como es el caso de El Hassan Oubaddi, otra de las perlas del club con buenos resultados en las pruebas vascas de cross, que comparte piso con el entrenador y sus familiares.
De la entidad de Loiu salen con papeles, algo importante para funcionar en la vida pero también en el deporte. Sin ellos pueden participar en una carrera popular, pero no acceder a campeonatos ni a fichas. Dentro, como fuera, la mayoría se decantan por el fútbol. «Es un deporte mediático en el que no se sufre tanto como en el atletismo. Un juego en equipo, en el que se reparte el trabajo. En el atletismo todo es individual, también ganar». Hay más opciones. Si a alguno le da por el taekwondo o el karate le envían a algún club cercano donde pueda practicarlo, pero la mayoría de los trofeos se han logrado corriendo y dándole al balón, como aquel equipo que llegó a jugar en San Mamés la final de la Copa BBK 2009, también conocida como el Mundialito, que perdieron a penaltis contra Colombia luciendo la camiseta de Marruecos.
También han pulsado otros botones. Ramadane, uno de los actuales porteros, llegó a quedar entre los cuatro finalistas en el reality Cracks, apadrinado por Zidane, cuyo ganador podrá realizar la próxima pretemporada con algún equipo de la Liga BBVA. No será él, ni tampoco Borhan, un delantero argelino del que hablan maravillas, que sí está jugando en un club cercano.
La Doble Milla de Loiu
Partidos y carreras, a través de las cuales establecen relaciones e intercambian información. «¿No es eso integración?», pregunta Reddad, al tiempo que reconoce que hay aspectos a mejorar. «La edad del pavo es difícil», aunque los niveles de conflictividad hayan disminuido. «En cualquier lugar del mundo hay buena y mala gente y no se puede meter todo en el mismo saco. Partimos de que somos iguales, y hay que empezar por no discriminar a los inmigrantes». Una circunstancia que han soportado en determinadas situaciones, aunque nunca en las competiciones y tampoco en Loiu, donde las relaciones han mejorado.
Allí han querido organizar una cita atlética en torno al medio fondo, la especialidad norteafricana que esperan conservar. El pasado verano pusieron en marcha una carrera con distintas distancias, la doble milla como prueba estrella y la victoria de Merzougui en la primera edición. Reddad se muestra agradecido además por las ayudas que les han permitido mantener el proyecto. «Por motivos familiares he estado en Italia, Francia y otros lugares de Europa y allí no hay ayudas, no hay nada», concluye.