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Pablo Tejero Ibarra , De la comision vecinal por la consulta popular en Lakua-Arriaga

El verde se apaga en Gasteiz

Una idea que resume la indefensión y pensamiento del barrio: «Construiréis, pero no convenceréis. Por eso lo hacéis todo a la chita callando»

La presente nota pretende lanzar una reflexión sobre el significado de una ciudad verde. ¿Qué significa el título de Ciudad Verde? Desde luego que es ostentoso y parece llenar el pecho cuando se pronuncia. En teoría, hace referencia a la sostenibilidad de la ciudad, el uso razonable de los recursos y sobre todo a una calidad ambiental. De ahí viene el adjetivo «verde», como alegoría de los espacios verdes que son pulmones indispensables en los entornos urbanos.

Pues bien, somos muchos habitantes de esta ciudad los que no entendemos la destrucción del Parque de Arriaga. Entender, entendemos lo que va a pasar, claro: van a sacrificar un tercio del Parque de Arriaga para construir una estación intermodal. Sin embargo, lo que nuestro sentido común no entiende a alcanzar es que tenga que ser a costa de uno de los parques más emblemáticos de la ciudad. Desde luego es una contradicción con la supuesta política «verde» del Ayuntamiento, porque van a cambiar el verde por el negro del asfalto donde no era para nada necesario.

Ha empezado a cambiar el paisaje del parque de Arriaga, han empezado a sacrificar los primeros árboles. Son días tristes para un barrio, que se encuentra en pleno proceso de consulta popular sobre la destrucción del parque, ignorado por el Ayuntamiento que está llevando a cabo un proyecto en el más completo obscurantismo y desde luego esquivando cualquier tipo de participación popular. Es triste que pasen los años y el estilo de democracia siga siendo tan impositor, incluso en temas locales.

Como biólogo, estoy obligado a trasladar una reflexión a la sociedad ante esta pérdida de espacios verdes. En primer lugar, necesito recordar la diversidad de árboles y pájaros, como biodiversidad más visible, que este parque alberga. Es la más alta con diferencia entre todos los parques urbanos de Gasteiz. Esta variedad de pájaros, por ejemplo, se sustenta en la variedad de recursos como el espacio, que permite el reparto de territorios, el anidamiento, la ausencia de ruido. También los microambientes son muy relevantes, ya que generan diferentes nichos que suponen variedad de recursos (sol-sombra, pendientes, grado de humedad, materia orgánica vegetal de distinta procedencia...). Gracias a esta diversidad el paseante percibe mucho valor paisajístico en el parque. La alta diversidad biológica se traduce generalmente en belleza paisajística. Desde luego un parque dista en complejidad de un bosque, pero no puede dejar de considerarse un ecosistema. Es un ecosistema urbano.

La destrucción de un tercio del parque se ve sobre todo reflejada en la desaparición de sus árboles, pero con ellos van los pájaros, el suelo, los recursos, etc... Y quien piense que trasplantar algunos de los árboles afectados a otro sitio es suficiente hace gala de su ignorancia biológica. La reducción del parque va a tener consecuencias sobre el resto del parque, porque va a concentrar el uso, aumentar el ruido (dentro y desde fuera), reducir los recursos y no habrá espacio para todas las aves que anidaban antes.

Mi sugerencia final, un poco desesperada quizá, pero que espera verse recogida por el sentido común de mucha gente, es que se revise el uso que se quiere hacer del parque. Como biólogo, planteo que la estación de autobuses, tan necesaria para la ciudad, tenga otra ubicación y el Parque de Arriaga sea usado como recurso socioeducativo. ¿Acaso sabe la ciudad que en el parque hay conejos o musarañas? ¿Que se avistan garzas milanos o halcones? ¿Que hay más de 20 tipos de aves anidando? ¿Que está representada prácticamente toda la flora arbórea autóctona?

Desde luego que sería una acción verdaderamente digna de una ciudad verde el respetar el parque como recurso natural y estructurar su gestión enfocándola hacia la Educación y Conocimiento Ambiental en vez de hacia el hormigón y el cemento. Me gustaría que los concejales bajaran de su limbo de poder a hablar con los barrios y seguramente así harían menos burradas. Están a tiempo. Aunque harán el teatro para las elecciones bien pronto, sólo durante quince días.

El 20 de febrero tenemos una votación en Lakua-Arriaga, completamente boicoteada por el Ayuntamiento, pero esperada por gran parte del vecindario, para pronunciarnos sobre la destrucción del parque. Toda la ciudad está llamada a participar. Sólo me queda despedirme del Ayuntamiento con una idea que resume la indefensión y pensamiento del barrio: «Construiréis, pero no convenceréis. Por eso lo hacéis todo a la chita callando». Al resto de mortales le doy los buenos días.

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