En esos días lluviosos y nostálgicos, están los que siempre se lamentan de la relación de pareja que no pudo ser, y los que, sin olvidar el pasado, pasan página para disfrutar del presente y soñar con el futuro. Están los que reprochan falta de compromiso a sus antiguos amores, y los que reconocen que lamentablemente no fue el momento, que no fue culpa de nadie y que simplemente ninguno estaba suficientemente preparado.

TV3 emitió esta pasada semana el documental «Pluja seca», una mirada a la labor de mediación internacional en conflictos como el sudafricano, el irlandés o el vasco. El reportaje desvela la urdimbre sobre la que se han venido tejiendo los procesos de diálogo que en los dos primeros casos han llevado a las partes enfrentadas a un mínimo entendimiento. El documental está repleto de sugerencias, pero si hubiera que rescatar una es la que rompe la idea del mediador como un agente que intercede desde la equidistancia entre las partes.

Acercar posturas y buscar entendimientos es una cuestión difícil si no hay confianza. Por ello, el mediador más efectivo es aquel que se gana la confianza de una de las partes, es aquel que renuncia a la intermediación y se compromete con la facilitación. Se dice en el reportaje que es posible que Brian Currin no haya sido el mejor mediador que haya pasado por Euskal Herria. Pero era el momento. Ha encontrado a la izquierda abertzale más preparada de su historia y le ha prestado su confianza en una estrategia de unilateralidad que, pese a quien pese, llevará a este pueblo a otro escenario. No faltará quien se lamente de por qué ahora y no antes. Para ellos siempre llueve sobre mojado. Los demás, seguiremos caminando, llueva o no.