De Zizurkil a Gernika, memoria contra mentira
La muerte de Joxe Arregi como consecuencia de las torturas que padeci� mientras estaba detenido en una comisaria de Madrid supuso un duro golpe colectivo para la sociedad vasca, un hecho que se ha mantenido en la memoria colectiva durante estos treinta a�os. Unos han recordado las im�genes de su cuerpo inerte y destrozado con amargura y rabia. Otros con compasi�n y otros, sin duda, con mala conciencia. Algunos hubieran preferido borrar esa imagen, pero mienten si sostienen que es as�, pues no es posible. Ayer en Zizurkil se record� su figura y se denunci� esa lacra que ha perdurado bajo un manto de impunidad inaceptable para cualquier sistema democr�tico. Lo triste es que las instituciones espa�olas y algunas vascas han luchado contra esa memoria en vez de luchar contra la realidad de la tortura.
Este aniversario llega cuando dos sentencias inusuales han vuelto a poner sobre la mesa la cuesti�n de la tortura en el Estado espa�ol. Por un lado est� el fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que conden� al Estado espa�ol por no investigar la denuncia de torturas del preso pol�tico Mikel San Argimiro. Es significativo que la sentencia provenga del Tribunal de Estrasburgo, a quien se apela tan a menudo ahora. Por otro lado est� la sentencia contra cuatro guardias civiles por torturar a Igor Portu y Mattin Sarasola, que desnuda una pr�ctica y la cobertura pol�tica que habitualmente recibe. Con posterioridad a esas sentencias ha habido nuevas denuncias de torturas en el caso de los detenidos por razones pol�ticas.
Todo ello cuando algunos pretenden seguir colocando el foco de la exigencia sobre el independentismo vasco. Hoy llega a Euskal Herria el Grupo Internacional de Contacto nombrado por los promotores de la Declaraci�n de Bruselas. Saben ad�nde vienen, saben de la historia de este lugar y de su situaci�n actual. Tienen adem�s la experiencia de casos similares. Saben de la existencia de v�ctimas y de la existencia de la tortura. Que nadie pierda tiempo en intentar enga�arles, porque vienen a ayudar, entre otras cosas, a terminar con la tortura y con la impunidad.