La victoria de la Real le permite compartir con Sevilla y Getafe la séptima plaza que conduce a la antigua UEFA y deja a Osasuna en puestos de descenso. El derbi de Anoeta reflejó la distancia que ahora separa Europa del infierno. Guipuzcoanos y navarros dejan de ser, por lo menos ahora, rivales directos, y no sólo por los nueve puntos que les separan en la tabla. También por la diferencia entre un equipo alegre y valiente y otro triste que para buscar el punto que regala el reglamento de salida perdió un tiempo que luego echó de menos al verse en desventaja.

Osasuna no está para conformarse con puntitos y, si se juega a empatar, generalmente se pierde. Es otra de las características que le separan de una Real que nunca especula con el resultado y siempre busca la victoria. Ponerle una X en la quiniela es tirar el dinero y, sin embargo, Osasuna buscó un punto que no es botín suficiente ahora que los de abajo suman de tres en tres.

Claro que para ganar, sobre todo fuera de casa, hay que presentar más argumentos que los mostrados por Osasuna. Es otra de las diferencias con la Real, que ha apostado por mantener a sus mejores jugadores mientras Izco los vende y gasta buena parte de lo que ingresa en media- nías que no han dado por ahora rendimiento. Al final la calidad y velocidad es un bien escaso y se vio que la diferencia entre ambos equipos es enorme en estos momentos en esas facetas. Y el problema para Osasuna es que, a diferencia de la Real, su directiva no sólo ha renunciado a la calidad y a la continuidad de jugadores básicos, también a una identidad que ayuda mucho en situaciones difíciles como en la que se encuentran los rojillos.

Superioridad local

Sin ser un gran partido de la Real, sí demostró ser superior en un derbi en el que se confirmaron las tendencias. Los rojillos siguen con las malas sensaciones que les acompañan en los desplazamientos, 2 puntos de 36, y los blanquiazules se sienten fuertes en su estadio.

Además ha mejorado en una faceta que pretende inculcar Lasarte, salir al contragolpe con velocidad, y así necesitó muy poco para crear ocasiones. Por contra, Osasuna fue un equipo lento, sin chispa, decisión ni verticalidad. En todo el partido sólo se pueden contabilizar dos buenos remates de Nekounam, que junto a Camuñas es el único que dio sensación de inquietar.

Y eso que Osasuna comenzó mejor, pero sin traducir su mayor dominio territorial en ninguna jugada digna de ser reseñada. Todo el balance ofensivo rojillo del primer tiempo se redujo a un tiro desviado desde lejos de Pandiani en el minuto 3.

Si Osasuna fue de más a menos, la Real llevó la tendencia contraria y en el último cuarto de hora de la primera mitad hizo méritos y ocasiones suficientes para adelantarse. Aranburu enmendó una pérdida anterior para dar un gran pase a Tamudo que el delantero no acertó a rematar. Esa jugada fue clave.

La Real acusaba hasta entonces la baja de la referencia de su juego -Sarpong no hizo olvidar a Xabi Prieto- y tampoco Zurutuza tenía su mejor día. El azpeitiarra también empezó a un nivel gris en su vuelta al once, pero esa pérdida fue un revulsivo que le hizo recuperar inmediatamente el balón, crecerse y ser uno de los jugadores más destacados de su equipo. Así también estuvo en el origen de una buena combinación con De la Bella, tras dejarla pasar con inteligencia Griezmann, con centro del catalán, muy bien ayer, y remate de Zurutuza que golpeó en la mano de Monreal. Turienzo Álvarez no sólo no concedió penalti, sino que además señaló saque de puerta.

Y también pudo irse al descanso en ventaja la Real en una última jugada en la que Griezmann conectó con Tamudo, cuya perfecta dejada no aprovechó Sarpong en clara situación. Debía golpear con la izquierda, pero dudó, controló con la derecha y perdió una clara oportunidad.

Fueron las mejores jugadas del primer tiempo. El segundo resultó más abierto y hasta Osasuna pudo adelantarse en los dos remates de Nekounam, al larguero desde fuera del área y de cabeza a la salida de un corner de Puñal que De la Bella sacó bajo palos. Fueron dos jugadas aisladas de un equipo que acusaba la baja de Aranda.

Camacho intentó sustituirle con Masoud y Coro y al final tuvo que sacar a Leka, que tampoco mejoró si nivel. Lo mismo le pasó a Lasarte con Sarpong y Sutil para cubrir la baja de Prieto.

El gol decisivo

Al final tuvo que ser Estrada el que enviara desde la derecha un balón que parecía atraído por un imán puesto en las botas de Tamudo en cuanto entraba al área. El catalán remató cinco veces en la segunda parte, y cuatro entre los tres palos. Marcó la más difícil, en un rechace de Ricardo a disparo suyo que remató de una manera inverosímil, con el exterior, cayéndose y de espaldas a la portería.

A partir de ahí le entraron las prisas a Osasuna y los que empezaron a perder tiempo fueron los jugadores y los recogepelotas de la Real. Lasarte recurrió a Markel y Mikel González para defender el resultado y Camacho buscó en el banquillo soluciones. Claro que si no había calidad en el campo, poco se podía esperar de los que salían.

Así la Real logró una victoria importante que obliga a replantear los objetivos. En el séptimo puesto, con 31 puntos en 23 jornadas, y tras haber jugado con Madrid y Villarreal los dos partidos, se puede dejar de mirar la zona de descenso que marca Osasuna, que tendrá que mejorar mucho fuera de casa, porque el calendario que tiene como local y la imagen que da fuera es como para echarse a temblar.