Japón suspende de forma temporal la controvertida caza de ballenas
Patricia SOUZA (EFE) |
Japón ha suspendido temporalmente su caza anual de ballenas en aguas de la Antártida debido a la presión de las asociaciones ecologistas, que confían en que esta cruel práctica esté ahora más cerca de su desaparición.
Un portavoz de la Agencia de Pesca nipona anunció ayer que el ballenero Nisshin Maru paralizó sus capturas el pasado día 10 por razones de seguridad, ante las agresivas prácticas del colectivo conservacionista Sea Shepherd, mientras se evalúa qué postura adoptar.
La asociación ecologista Greenpeace dio por hecho que se decidirá el retorno adelantado a Japón del ballenero, que procesa las capturas de otros tres barcos con una tripulación total de 180 hombres, que pescan con arpones a los enormes cetáceos.
La campaña ballenera japonesa, que iba a prolongarse hasta marzo, fue suspendida cuando el Nisshin Maru se encontraba en un área cercana a las aguas territoriales chilenas, según la agencia local Kyodo.
La caza de ballenas ha reportado a Tokio constantes críticas en todo el mundo y hasta una denuncia de Australia ante la Corte Penal Internacional de La Haya por esconder, bajo supuestos fines científicos, motivaciones meramente comerciales.
En los últimos años, las capturas del Nisshin Maru se han complicado por el sabotaje del estadounidense Sea Shepherd en las frías aguas antárticas, con prácticas como abordajes, lanzamiento de ácidos corrosivos o encadenamientos de sus activistas al ballenero, que han provocado irritación en Japón.
Japón, Islandia y Noruega son los únicos países que siguen pescando ballenas, una práctica que en Tokio se defiende como una tradición cultural nacida en la costa de Taiji en Wakayama, que también lleva a cabo una polémica caza de delfines.
Expedición «científica»
El ministro portavoz de Japón, Yukio Edano, lamentó ayer las tácticas obstruccionistas contra la expedición «científica» nipona y dijo que pedirán a otros estados que tomen medidas en su contra. Los japoneses cazan ballenas desde 1987 alegando una supuesta finalidad científica, para investigar el modo de vida y contenido de los estómagos de los mamíferos, y sus expediciones a la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos.
Las capturas anuales de la flota japonesa, que generalmente tenía una cuota de alrededor de mil cetáceos, se han reducido paulatinamente y desde 2008 son poco más de 500 ballenas minke o rorcuales aliblanco.
«Como no hay demanda de carne de ballena en Japón, se está perdiendo el sentido de seguir cazando ballenas», aseguró un responsable de Greenpeace.