La fiesta de la democracia, la cita con las urnas, ese acto en el que los vascos, dicen, nos autodeterminamos cada cuatro años... pone muy nerviosos a algunos. A Rodolfo Ares, sin ir más lejos. El consejero de Interior y hombre que maneja los hilos del Gobierno López (...) ha calificado de "despreciable" la propuesta de Urkullu de que se adelanten las elecciones si Sortu es legalizado. Ares es muy consciente del pecado original del gobierno que preside en la sombra: un Parlamento Vasco de excepción condicionado por una ley de excepción (la de partidos), del que nació un Ejecutivo de excepción tras la excepcional unión de socialistas y populares. Y, claro, con tamaña carga a cuestas, ¿quién se presenta de buen grado ante el confesionario electoral? El miedo a la penitencia que impongan las urnas les quitan las ganas de fiestas de la democracia y de autodeterminaciones periódicas. El sueño de la normalidad debe durar al menos cuatro años, aunque para ello deba permanecer fuera de la Cámara una de las corrientes políticas del país. La anormalidad que sufre este debe prolongarse para mantener la normalidad de algunos. Toda una lección de democracia. Es la teoría de la cuarentena lanzada por su socio sostén, pero en una talla menor. Al final, alguien va a acabar añorando los tiempos en los que se tapaban bocas y argumentos con la bandera de la existencia de la violencia. (...)