BARCELONA - ATHLETIC

Ya se comprobó la semana pasada, ante un rival infinitamente más modesto, la mala resaca de las cuentas de la lechera incumplidas. Pero siguen suponiendo una gran tentación, incluso cuando uno visita al mejor equipo del mundo, si no de la historia.

Lo son también para el Athletic, no en vano alcanza uno de los partidos del año en situación casi inmejorable. Pese al tropiezo de Son Moix, los rojiblancos siguen mirando la clasificación desde arriba, con la tranquilidad que ello conlleva. Apenas han transcurrido dos semanas desde que se ganaran todos los elogios imaginables por culminar una espectacular racha de resultados con una no menos espectacular actuación ante el Sporting. Y también resuenan aún los halagos por su actuación en la eliminatoria copera frente al Barcelona que, pese a saldarse con la clasificación de los blaugranas, debe ejercer como referente.

Y como otro apunte para la esperanza. Sobre todo el choque de vuelta, en el que el Barcelona no se dejó un pelo en la gatera -todas sus estrellas saltaron al césped para exprimirse al máximo- y sólo pudo firmar un empate ante el Athletic.

Recuerdos que no aseguran nada pero que, al menos, permiten preparar la visita al líder con la esperanza por sustituirlos por uno aún mejor. Y viendo cómo se las gasta el Barcelona, que colecciona manitas en su estadio, que la jornada no acabe en pesadilla ya será un primer paso para el sueño.

El resto los tendrá que dar el Athletic sobre el césped. Y no son pocos porque, como han demostrado los pocos adversarios que han conseguido doblegar al equipo catalán en los dos últimos años y medio, prácticamente medio universo tiene que ponerse de acuerdo. De manera resumida, hay que intentar aunar el día perfecto de uno y la noche un poco tontuna del otro. Sin olvidar una pizquita de suerte.

Muy difícil, pero también posible. «El fútbol no deja de ser un juego», recuerda Joaquín Caparrós, en referencia a la imprevisibilidad del balompié y también a la dosis de fortuna que acompañó al Arsenal el pasado miércoles para derrotar a los culés en un partido que se le pudo haber puesto muy cuesta arriba en la primera parte. Condicionante que hoy espera tener «a favor nuestro».

Más importante aún, y esto depende ya exclusivamente de sus hombres, que «estemos convencidos, que el equipo crea que puede sacar un resultado positivo en base a una mentalidad colectiva grande, a la calidad y al desparpajo de los jugadores». Por supuesto, que no falten la «intensidad» que tan buenos resultados da al Athletic y la «concentración», más aún ante un rival como el de esta noche. Y, por supuesto, que la pelotita entre. Recordando de nuevo al Arsenal, Caparrós admite la necesidad de disfrutar «la máxima eficacia». Soñar sigue siendo un derecho. Y a veces se cumple.