La cara oeste de Picu Urriellu en invierno es un auténtico oasis para esos escasos escaladores que reivindican la soledad y la dureza climatológica. Sí, son muy pocos; y es que aventurarse en ese tipo de actividades no es una golosina. El oscense Novellón y el deriotarra Castresana, en cambio, están atrapados con ese murallón de 500 metros cuando presenta condiciones frías.

«El Picu es especial. En invierno estás solo, y yo prefiero escalar solo. En verano, en cambio, te adelantan cordadas, y eso no me atrae. Me va más este tipo de vías. No soy un especialista en esto, pero al año me gusta hacer un par de actividades. Hay pocos sitios como el Picu», afirma a GARA Novellón. Y su compañero Castresana nos añade que «la sombra del Picu es la mejor del Estado español, y sobre todo en invierno. Estás solo. Me he encontrado más gente escalando en las Torres del Paine que en el Picu en invierno. A Álvaro y a mí nos va este tipo de actividades, y nos hemos enganchado».

Pues visto el poder de atracción que ejerce a esta cordada el Picu en invierno, Novellón y Castresana volvían en esta época invernal a esta pared emblemática para llevarse la primera repetición de «Tramuntana» (300 m, A4+, 7a+). Así han tenido que transcurrir nada más y nada menos que 13 años desde su apertura para que llegase la primera invernal. La vía abierta por Pep Masip y Sílvia Vidal en marzo de 1998 sólo contaba con una ascensión realizada en verano por David Palmada, Xavi Sánchez y Bruno Bonastre.

No hace falta decir que las invernales en grandes paredes cuestan y mucho. Y todo ese jamacocos ya empieza con la aproximación, tal y como les ocurrió a la cordada: «La verdad es que es difícil hacer este tipo de actividades. Nosotros necesitamos 3 días de porteos. Un fin de semana para ver cómo estaba aquello, y realizamos uno. Volvemos el 26 de diciembre con todo. Un primer porteo de 7-8 horas. Luego bajar y cayeron otros dos».

Según señala Castresana, después de los duros porteos, por lo menos el tiempo acompañó: «Tuvimos suerte, ya que casi hasta el último día nos respetó. Eso sí, durante la última jornada nevó considerablemente. Pensábamos que no íbamos a sacarla. Además teníamos el 7a+ por delante. Pero lo logramos. No salimos a cima por la nieve que caía».

Casi limpio

El 28 de diciembre se meten en la pared y fijan los dos primeros largos, y hacen los mismo con los dos siguientes el 29. El 30 era la jornada de embarcarse en la tapia con todo encima, y montan el primer campo en el largo 4, resolviendo una de las tiradas clave, la de A4+.

«El 31 hicimos un largo y medio, y nos bajamos a la hamaca. El día 1 subimos el campamento dos largos más, ya que desde ese largo ya nos daba para fijar cuerda hasta Rocasolano, donde termina la vía. Terminamos el largo e hicimos el siguiente. El día 2 amaneció nevando y con muchísimo frío. Toda la pared estaba tapizada de nieve, pero aún así nos levantamos y nos pusimos a escalar. La pared estaba peor de lo que creíamos y encima nos tocaba el largo de 7a+. No pudimos terminarlo, ya que lo hicimos en artificial porque en libre era imposible de la cantidad de nieve que había. El último día amaneció bastante bueno y conseguimos terminar la vía, pero no tuvimos tiempo para hacer cima», informa Castresana.

De esta forma, la cordada daba por finalizada su actividad en la oeste del Picu Urriellu firmando la primera invernal de «Tramuntana». Es decir, la cuarta para el oscense, ya que tiene en su libreta «Zunbeltz» (2008), «El pilar del Cantábrico» (2010) y «Sueños de invierno» (2010). En el caso del deriotarra son dos las invernales: la citada «Tramuntana» y «El pilar del Cantábrico» (2010), escalada junto a su compañero Novellón y Óscar Palacios.

Tal y como indica Novellón, escalaron la vía a largos: «Por ejemplo, el largo de A4+ me tocó a mí. Este tipo de tramos me van mejor a mí. Unai, en cambio, está más fuerte que yo en libre. Pero, como comentamos, el 7a+ no pudimos sacarlo en libre. Ese largo fue muy laborioso: placa, roca muy neta, no hay demasiado para meter y no es un largo que se haga en artificial. Nos costó mucho pasar por allí, porque había que ir limpiando todo el rato para poder meter algo. En total hay 4 chapas y un clavo. Puede que saliera como A3 mínimo. En ese largo me tiré casi un día».

Sobre la vía, los dos protagonistas de estas líneas lo tienen claro: «Es una vía buenísima, y no hay prácticamente nada. Quitando el largo de libre, en toda la vía no hay ni un solo espit; sólo algunos en las reuniones. No es como otras vías que ha pasado mucha gente y hay clavos y plomos. 3 plomos puestos y 3 clavos en toda la vía, y nosotros lo dejamos igual. El recorrido es lógico, y mucho de clavar. Quitando un largo de despite, el resto es evidente, por fisuras y se ve dónde han clavado».

Como adelantábamos, han tenido que transcurrir 13 años para que llegase la primera repetición invernal. Una tardanza que llama la atención, sobre todo si tenemos en cuenta la gran cantidad de actividades de primer nivel que se llevaron a cabo en la época dorada de los 80 y parte de los 90. Novellón nos dice que no se había planteado esta cuestión: «Cuando empecé a hacer estas cosas no las comparábamos con aquella época. Creo que sí se hacen cosas; eso sí, no sé si más o menos. Yo lo hago porque me gusta. Y la verdad es que hay muchas vías sin repetir. Según me han dicho esta vía la ha intentado bastante gente. Aún así, los largos, quitando las tiradas que coinciden con «Sueños» están muy limpios».