El savoir-faire de MAM
Iñaki LEKUONA | Periodista
Asegura el diplomático de carrera y político defenestrado Dominique de Villepin que la diplomacia es la cara que un Estado desea mostrar. En el caso de la República francesa, su enemigo íntimo Nicolas Sarkozy eligió la de Michèle Alliot-Marie, cuyo rostro duro, inflexible y cínico parece venirle bien a Francia.
No pensó el presidente de la República en que todas las caras tienen su cruz y que en la de la alcaldesa de Donibane Lohizune podía ser crucificado su gobierno. Primero fue aquella propuesta en la que ofrecía al entonces dirigente tunecino Ben Alí el savoir-faire policial francés, «reconocido en el mundo entero», para responder a los «desórdenes» de fin y principio de año. Tres días después, con la revuelta transformada en revolución, Ben Alí salía por piernas con el cartel de dictador y se descubría que el saber hacer francés consistía principalmente en siete toneladas de gases lacrimógenos que finalmente no llegaron a despegar de suelo francés porque el cliente se había fugado a Arabia Saudí. A falta de clavos para una crucifixión completa, se destapó que la ministra de Asuntos exteriores se había beneficiado de la hospitalidad del entorno presidencial en sus recientes vacaciones navideñas en Túnez. Y ahora se acaba de conocer que en 2007, la entonces ministra de Interior exportó el savoir-faire francés a Bahrein, concretamente técnicas antidisturbios que ahora se aplican con rigor en este pequeño reino árabe que despierta con revueltas populares.
La cruz de Alliot-Marie se agranda y clavos no le faltan. Las peticiones de dimisión tampoco. Pero ahora, como siempre, MAM no dará la cara. No es exclusivo, pero es su savoir-faire.