ATHLETIC Derrota en el Camp Nou
El consuelo de la esperanza
El Athletic encajó su segunda derrota consecutiva, pero rozó la campanada durante media hora. Tras un pobre primer tiempo, el gol de Iraola y la reacción de sus compañeros mantuvo vivo al equipo rojiblanco ante un líder que se vio contra las cuerdas.
Amaia U. LASAGABASTER
Habrá que seguir aferrándose a la referencia agridulce de la última eliminatoria copera, porque en Liga el Barcelona sigue mostrándose inexpugnable para el Athletic. Sobre todo en el Camp Nou, donde los rojiblancos han saldado con derrota sus últimas ocho visitas en el torneo de la regularidad.
Casi una década, que da para tropiezos para todos los gustos. Comprensibles, lamentables, humillantes, injustos o, como el de ayer, de regusto un tanto ambiguo. Porque a las nueve de la noche, nadie habría considerado descabellado, ni mucho menos, que el Athletic cayera por 2-1; y a las diez menos cuarto habría parecido un tanteador incluso benevolente para la actuación de los bilbainos. Pero durante la media hora posterior, un rojiblanco de pro se habría negado a dar por bueno cualquier resultado.
Porque durante treinta minutos, los que fueron del penalti materializado por Andoni Iraola al tanto definitivo de Leo Messi, o incluso más allá, el Athletic soñó con la campanada. Y no con ese punto de inconsciencia que a veces acompaña a las previas y que desaparece en cuanto el árbitro decreta el inicio del choque y del bombardeo del rival. No. Lo hizo con el aval de un marcador esperanzador y unas sensaciones mucho más prometedoras que en la primera parte. Las mismas que permitieron ver a un Barcelona nervioso y un tanto descolocado por momentos. Un Barcelona que no celebró la victoria con tanta efusividad como la clasificación copera, pero que no se cortó en perder tiempo en los últimos minutos. Y decir algo así de esta reedición mejorada del Dream Team, acostumbrada a pisotear a sus rivales casi cada domingo como el caballo de Atila, no parece poca cosa.
Así que lo que queda es la derrota, segunda consecutiva de los rojiblancos. Pero también el consuelo de la esperanza, que se mantuvo viva con mayores motivos y durante más tiempo que para la mayoría de los equipos que saltan al césped del Camp Nou. Consuelo que, también, la escuadra bilbaina deberá capitalizar de cara a sus próximos compromisos, en los que deberá retomar el ritmo que le ha convertido en uno de los más serios candidatos a hacerse con un billete continental.
Palo inicial
Lo cierto es que el partido no pudo empezar peor para el Athletic. Tanto esmero que había puesto Joaquín Caparrós en reeditar las sensaciones defensivas de la ida copera -incluso el once que alineó anoche se parecía más al de entonces que al de la última visita a Son Moix- y resulta que en cuatro minutos el castillo de naipes se vino abajo. Aunque posiblemente fuera con un gol ilegal, porque Alves pareció partir en fuera de juego antes de servir el gol a Villa.
Bien por el jarro de agua fría, bien porque la noche no tenía tanto que ver con aquella de diciembre como les habría gustado a los rojiblancos, pero lo cierto es que las sensaciones no mejoraron en los minutos posteriores. El Athletic acumulaba hombres atrás -Gabilondo vivió casi permanentemente como quinto defensa-, pero el balón no dejaba de rondar su área. Y aún así, logró saldar el primer tiempo con una buena noticia: la escandalosa posesión de los anfitriones y su presencia constante en las inmediaciones del área se saldó en poco más de una ocasión clara, una vaselina que Villa envió al palo. Así que la esperanza que difícilmente podía ofrecer el juego, al menos la posibilitaba el tanteador. Que incluso pudo ser mejor porque en sus dos únicos acercamientos a Pinto, el Athletic rozó el gol: primero con un remate de Susaeta que se estrelló en el lateral de la red y después con un gran cabezazo de Llorente que forzó el lucimiento del guardameta en su estreno liguero.
El partido cambió, mucho y para bien, tras el descanso. Tuvo que ver la entrada de Toquero y también la rapidez con la que los bilbainos neutralizaron la ventaja local. A los tres minutos de la reanudación, Busquets derribaba a Llorente en el área e Iraola transformaba el empate. Y a partir de ahí el partido, definitivamente, fue otro -y más que lo podría haber sido si Piqué hubiese visto la roja, y no la amarilla, por derribar a Toquero cuando se iba solo al área-: las ocasiones claras siguieron escaseando e incluso sonrieron a los culés, pero a ras de césped se pasó del monólogo al tuteo.
Todo acabó a diez minutos del final, cuando Alves volvió a escaparse, para servir esta vez el gol del triunfo local a Messi.
Por muy honrosa que fuera la derrota, Joaquín Caparrós y sus hombres se fueron «fastidiados» del Camp Nou, después de haber rozado la campanada durante media hora. «Nos vamos jodidos -aseguraba el técnico rojiblanco-. No nos vale con decir que hemos dado una buena imagen. El vestuario está fastidiado. Y eso es una magnífica señal de que éste no es un equipo conformista, es un grupo ambicioso», destacó.
En lo que respecta a lo sucedido sobre el césped, Caparrós admitía que «no es fácil que a los tres minutos te metan el gol que nos han metido y más ante un equipo como éste, por mucho que todo el mundo dijese que estaba en crisis, que me río yo. Pero el equipo -subrayó- ha sabido rehacerse e ir a buscar el partido. Que podía haber sido antes, si no hubiera sido por las dos magníficas paradas de Pinto». En este sentido, el técnico ahondó en lo que ya había señalado la víspera, recordando «la importancia del componente de la fortuna. En los dos últimos partidos le había faltado al Barcelona y hoy nos ha faltado a nosotros», lamentó.
Los jugadores rojiblancos también destacaron la casta del equipo, que no se dio por vencido y que, como reconocía Carlos Gurpegi, se sintió más cómodo tras el descanso. «Jugando con dos puntas les hemos apretado más arriba -razonó-, han tenido que jugar con los cuatro atrás y nosotros nos hemos sentido más cómodos». No bastará con eso ante el Valencia, al que el Athletic se enfrentará «todavía con un colchoncito», pero con ganas de reencontrarse con el triunfo. «Yo creo que hay que agarrar la Liga Europa y si luego el equipo entra en una buena racha de resultados, ¿por qué no pensar en algo más?».
GARA
Con Amorebieta y Ekiza, Caparrós alineó a su séptima pareja de centrales de la temporada, entre Liga y Copa. San José-Amorebieta y San José-Ustaritz han sido las más utilizadas, con nueve comparecencias, seguidas der San José-Ekiza (5), Ustaritz-Ocio (2), San José-Ocio (1) y Ocio-Ekiza (1) .
Cuatro de las cinco novedades en el once rojiblanco han tenido que esperar su tiempo para volver al equipo. Fernando Amorebieta no jugaba desde el pasado 12 de diciembre ante el Espanyol. Más llamativo es el caso de Susaeta, Gabilondo e Iturraspe: su última presencia en el once titular se había dado, precisamente, ante el Barcelona. Gurpegi, por su parte, sólo había tenido que seguir por televisión el encuentro de Mallorca, por encontrarse sancionado.
Andoni Iraola vio su quinta cartulina amarilla, por lo que se perderá su primer partido de la temporada. Quebradero de cabeza para su técnico, sin sustituto específico para el usurbildarra.
Una distensión en la rodilla izquierda dejó fuera de la convocatoria a Víctor Valdés a última hora. Su ausencia posibilitó que Pinto disputase sus primeros minutos en Liga.
Malas noticias para Aritz Aduriz pero buenas para el Athletic, que no tendrá que sufrir al delantero el próximo domingo. El exrojiblanco sufrió el sábado, durante el encuentro entre Valencia y Sporting, un esguince que le mantendrá alejado de los terrenos de juego por espacio aproximado de un mes.