Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Ellas son las malas. ¡Descastadas!
Nada es nuevo; la historia se repite. Ni siquiera las observaciones setenteras de Laura Mulvey acerca de la mirada masculina en el cine supusieron algo excesivamente novedoso. Más bien constataban una parte de la realidad del entramado cinematográfico que nadie había «comentado en público» antes. Mulvey, también Annete Khun, denunció la falsa desideologización del medio de comunicación de masas que es el cine. Un medio que transporta en sus entrañas una visión del mundo masculina, una mirada que ha ido calando en nuestro imaginario colectivo. El cine que ha exportado y exporta Hollywood, no ha dejado precisamente demasiado bien parada a la mujer. Los antiguos estereotipos de mujer, esos que tan encasilladas y marcadas nos han tenido desde los tiempos de Medea o Antígona, regresan a través del celuloide una y otra vez para transformarse en modelos actuales de mujer. Y lo triste es que, estos estereotipos, lejos de gestarse únicamente desde los entramados industriales de la meca del cine, surgen de la mirada de jóvenes realizadores que siguen viendo en la mujer, en la figura de la madre, algo amenazador.
El pasado Festival de Cine de Donostia pude apreciar la repetición de ciertos estereotipos de la mano de directores nada sospechosos de ser machistas. Madres que abandonan a sus hijos porque confiesan que un hombre cuidará mejor de ellos, madres sobrepasadas por la crisis que supone la separación de su pareja y son incapaces de tomar la rienda de sus vidas, madres sobreprotectoras que asesinan para exculpar a sus hijos... Demasiados prejuicios culturales camuflados bajo discursos cinematográficos postmodernos, revelaciones seudofeministas... Todo solapado tras el pretexto de que tan sólo se trata de historias, arguyendo que estos estereotipos también tienen relación con la realidad. Pero da la casualidad de que la violencia hacia las mujeres también se transmite a través de las historias que contamos. Los estereotipos que se transmiten de generación en generación a través de la cultura popular van dejando la semilla que después motiva ciertos comportamientos o, por lo menos, ayuda a «justificar» ciertas actitudes y pensamientos erróneos. Y, a través del cine, también se transmiten estereotipos que vemos repetirse una y otra vez, hasta que acaban quedándose entre nosotros. Fíjense detenidamente en algunas de «las madres» que pueden ser premiadas en la gala de los Óscar. Nada nuevo.