Gadafi acusa demagógicamente a Bin Laden, y Europa continúa con el teatro grotesco
En la segunda aparición pública de coronel Gadafi, una llamada telefónica dirigida a los residentes de la ciudad de al-Zawiya, escenario de fuertes combates y que fue retransmitida por la televisión estatal, denunció que el consumo de drogas alucinógenas incita una revuelta que es dirigida por Bin Laden. Fue un recurso oratorio demagógico, un disparo de fogueo, nada certero: el factor religioso y Al-Qaeda han sido dejados largamente de lado en el alzamiento popular. Mientras tanto, la situación sobre el terreno se agrava y el enfrentamiento se recrudece entre informaciones contradictorias e injerencias interesadas que no tienen nada mejor que ofrecer que teatro grotesco.
En un ejemplo tan revelador como grotesco, el Estado español anunció ayer que suspendía la venta de armas a Gadafi. Quienes hasta ayer armaron e hicieron intocable a Gadafi, debaten ahora una intervención que, en nombre de la ayuda humanitaria, les permita hacerse con nuevas cartas para poder jugar en una era post-Gadafi. El petróleo y el dinero en juego es tan enorme y tentador que en nombre de la causa humanitaria pueden disfrazar una operación militar de conquista y expolio.